Mientras el doctor Carlos Morín, de la Clínica Ginemedex, el que usaba trituradoras de matadero industrial, está en prisión, un grupo de abogadas feministas. -¡Qué negocio éste del feminismo, muchachos!- prosigue amenazando con demandas y querellas a Hispanidad.com por una información sobre la Ginemedex que, tras la querella del partido Alternativa Española, sólo demuestra que en Hispanidad somos unos pobres infelices, unos ingenuos, unos pardillos.   No podíamos, ni por un momento, calibrar el horror que se cocía al fondo de la sala. Sólo imaginarlo.

Y aun así, cometimos un error, un pequeño error, no porque no dijéramos la verdad sino porque la fuente nos dejó colgada por miedo. Dijimos la verdad, pero no podíamos demostrarla. Pues bien, un bufete de abogadas feministas, que facturan a Ginemedex y a personal de Ginemedex, y a todas las ONG feministas tan bien dotadas económicamente por la Administración, nos sigue asaeteando con demandas y querellas. Ya se sabe que al periodismo independiente de Internet se le censura en los juzgados.

Todo el mercado de la muerte, el imperio más fuerte del mundo actual, cuenta con apoyos generalizados, pero sólo puede subsistir en la opacidad. Los mismos que antes defendían el derecho a decidir, cuando no los derechos reproductivos, se rasgan ahora las vestiduras por el parecido entre las modernas clínicas del doctor Morín y los campos de exterminio nazi. Como es sabido, desde Adán y Eva hasta aquí, el gran problema de los homicidas ha consistido en deshacerse del cadáver. El doctor Morín se ha visto en la misma tesitura del doctor Mengele. Los cadáveres ocupan mucho lugar.

Ahora bien, si gracias a que un partido político, Alternativa Española -ese a quien el locutor Federico Jiménez, defensor entusiasta del aborto, desde la cadena COPE sigue calificando de ultraderecha- se ha dejado talento, tiempo y dinero en desenmascarar la trama criminal de la época, lo lógico es preguntarse cómo funcionan el resto de las clínicas abortistas. ¿Qué hacen, ahora mismo, con el sumario abierto de Barcelona, las Isadora, Dator, Callao, Buenavista, etc.? ¿De verdad han cambiado y respetan la ley del aborto -siempre asesina- de 1985? ¿Cómo aplican el llamado cuarto supuesto, es decir, el coladero del  peligro para la salud psíquica de la madre, por cuya vía se perpetran el 97% de los abortos en España? ¿No degüellan a los niños cuando el aborto se presenta complejo? ¿Utilizan máquinas trituradoras de cadáveres par deshacerse de los mismos?

Epílogo: las trituradoras de fetos son máquinas impactantes pero no representan lo más grave. Lo más grave es matar a un niño vivo, sea un embrión compuesto por unas pocas células, sea un nonato de nueve meses. Es exactamente lo mismo. Lo que luego hagan con los cadáveres, sea en los bancos de embriones o en los abortos extraídos del seno materno, es un pecado menor: la persona ya está muerta.

Pero a pesar de toda esta barbarie, que la mayoría de los mortales se niegan a ver o escuchar mientras come, con el higiénico fin de que no se le revuelvan las tripas, los hay que le dan al ‘cacumen' y llegan a conclusiones asombrosas. Sin ir más lejos, observen lo que concluye el  conductor del diario hablado de la noche de Radio Nacional de España, Raúl Heitzmann, uno de los más fieles peones del zapatismo en la radio pública: "Hay quienes piensan que hay que modificar la ley, pues en 2005 hubo 95.000 abortos en España" (lunes 3 de octubre, 21.00 horas, RNE). Creo haberle entendido: como el doctor Morín tritura cadáveres, degüella nasciturus, aplasta cráneos y buscadores esperadamente sistema eficaces, nuevas tecnologías capaces de hacer desaparecer la "producción" de sus establecimientos, don Raúl considera que algo está fallando en la ley. Es decir, que habrá que decretar, no ya el aborto libre, sino por ejemplo, una partida presupuestaria en I D I para aplicar nuevas tecnologías la destrucción rápida y eficaz de cadáveres de bebes abortados. Si Adolf oyera Radio Nacional se sentiría muy consolado.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com