Polanco está espantado, escandalizado. Se ha rasgado la corbata de Hermès y ha decidido abofetear a la Conferencia Episcopal. No lo ha hecho con aquel regustinín de otras veces, sino casi con desprecio. En su portada del viernes 24, El país nos informa de que los obispos españoles, es decir, el secretario de la Conferencia Episcopal el jesuita -como gusta recordar Juan Bedoya- Juan Antonio Martínez Camino, ha dicho que la Ley de Fecundación Asistida del Gobierno Zapatero es extremista, radical sin parangón en el mundo. Lo cual es una provocación. Es cierto que es la ley sobre FIV más homicida de los cinco continentes, pero, piensa Polanco con buen sentido, eso no se piensa, al menos no se dice, sólo porque sea cierto. La política exige más altas miras, y la facultad de decir la verdad, siempre tan vulgar y simplona, es un lujo que no todo el mundo puede permitirse.

La verdad es que los obispos han empezado a hablar. Las barbaridades de Zapatero y sus comecuras están resultando tan aberrantes que parece como si la jerarquía eclesiástica comenzara a despertar. En la manifestación en defensa de la familia y contra el matrimonio gay y el divorcio express (18 de junio de 2005) se podía leer en muchos carteles: Obispos no tengáis miedo, no estáis solos. Pues bien, uno diría que nos hemos pasado al extremo opuesto. La jerarquía española está hablando y hablando muy claramente. Tras una temporada de silencio o, lo que es peor, ambigüedades, ha vuelto a levantar su voz.

Ahora bien, el cartelito de marras deberían levantarlo ahora los propios obispos y dirigirlo hacia otras latitudes católicas. Por ejemplo, hacia las universidades y colegios católicos, que están muy calladitos, pendientes de la subvención publica. Y hacia los medios informativos católicos, que parecen haber confundido a los nacionalistas catalanes con el demonio y que consideran que la unidad de España es el primer mandamiento de la Ley de Dios (no, no lo es, se lo aseguro). El cartelito de no tengáis miedo debería dirigirse hacia las órdenes religiosas, que están muy calladitas y cuando hablan dicen las majaderías del presidente de la CONFER, Alejandro Fernández Barrajón. Están muy calladitos también los movimientos laicales, que constituyen la gran fuerza de la Iglesia.

Y que hablen con intención de influir en la sociedad civil. Por ejemplo, universidad, colegios, movimientos sociales, órdenes religiosas, padres católicos, familiares, partidos confesionales. Y los editores católicos, espléndidas tragaderas las suyas. Y las asociaciones de periodistas católicos, y de científicos, y de médicos y de abogados, tan, tan profesionales, que nunca les llega el momento de romper con su rigor profesional.

Porque el que calle no sólo otorga. No, en la sociedad de la información, el silencio es culpable.

Eulogio López