Algo ha cambiado en el diario Expansión desde la entrada del El Mundo. Por de pronto, parecen haberse apuntado a la "teoría de la conspiración", aprovechando el juicio del 11-M.

Pero los cambios no terminan ahí. El viernes 23, Expansión sorprendía a sus lectores con un primer editorial titulado "Contra la voracidad del canon digital", en el que arremetía contra las pretensiones –verdaderamente disparatadas- de las sociedades de gestión de derechos de autor, que exigen 1.200 millones de euros a los fabricantes de soportes electrónicos -CD y DVD, principalmente- en concepto de canon digital, figura creada por la nueva ley de propiedad intelectual.

Hablamos de sorpresa porque ha sido el grupo Recoletos, ahora propiedad de Rizzoli-Corriere della Sera, es decir, de El Mundo, quien se ha mostrado hasta el momento más beligerante en el cobro del "otro canon", el que los grandes editores pretenden imponer a todo aquel que realice resúmenes de prensa o reproduzca una información en los diarios. Esta batalla la perdieron en la mencionada ley los grandes editores, capitaneados por Expansión, pero no desisten de aplicarlo en la práctica.

Y no es una batalla económica, al menos no sólo. Lo que pretenden los grandes editores es, a la postre, crean un oligopolio donde toda la información de actualidad circule por sus propias vías.