La nueva moda en los negocios españoles: no preguntes por los derechos humanos
Principado de Qatar, capital Doha. Si un catarí mira al norte ve las aguas del Golfo Pérsico y toda la costa de los ayatolás. Si mira hacia el sur, el inacabable y triste desierto arábigo.
Sin embargo, Qatar está de moda: ha conseguido organizar el Mundial de fútbol 2022, tras una estupenda alianza con Rusia, que organizará el de 2018. Dicen que lo han comprado pero eso no es el problema. De hecho la prensa alemana bromeaba y aseguraba que esto sería una Qatástrofe para el fútbol, pero lo cierto es que los alemanes apoyaron a los cataríes, justo días antes de que la dictadura islámica de Doha comprara casi un 10% de la constructora Hochtief, como caballero blando de los alemanes que no desean ver a los españolitos de ACS merodeando por allí.
Tradición futbolística no tiene pero los petrodólares y petroeuros han servido para que los jeques rectores creen escuelas de alto rendimiento deportivo con muchos africanos e iberoamericanos. Es el mejor vivero de futuros futbolistas occidentales aunque, eso sí, los chavales que acaban allí se desvinculan de sus orígenes para siempre jamás.
Ahora, el principado arábigo se dispone a patrocinar al Barça al tiempo que abre sus puertas a las empresas occidentales para que construyan 12 estadios de fútbol: ¡será por dinero! Ferrovial, FCC y OHL buscan internacionalizarse precisamente allí, en Qatar.
Lo del Barça tiene su lógica, que no justificación, dado que el presidente, Sandro Rosell, ha resultado un valioso intermediario de deportistas, criado por aquellos lares tan frondosos.
Qatar se ha convertido, también, el nuevo socio de Emilio Botín en el Banco Santander Brasil, donde ha invertido casi 2.000 millones de euros.
Y todos esos negocios se ejecutan bajo el principio de No hagas preguntas. No hagas preguntas sobre una tiranía que no respeta los derechos humanos y que, como en el resto de principados petrolíferos, impera la ley islámica y es un nudo de corrupción, dado que los clanes reinantes no es que controlen el Estado, es que son el Estado.
Lo mismo ocurre en China o en Venezuela. La táctica para hacer negocios es no molestar al pagano con la enojosa cuestión de los derechos humanos.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com