El arzobispo de Moscú protesta oficialmente

 

La iglesia católica de la Sagrada Familia de Kaliningrado era utilizada por la Filarmónica y el primer ministro ruso la ha entregado al patriarcado ortodoxo.

En un intento de reparar una injusticia, el Gobierno ruso ha cometida otra, pero ciertamente no por ignorancia. Sabedor de las diferencias entre la Iglesia ortodoxa y la católica, y el temor de la primera al crecimiento de la segunda, los gobernantes tratan de seguir con la misma política que durante decenios se siguió en la extinta Unión Soviética. Para ello tratan de granjearse la amistad y cercanía de la Iglesia ortodoxa.

El último acto con el que ha tratado de hacerlo ha sido con la entrega de la iglesia católica de la Sagrada Familia, en Kaliningrado. El edificio, construido a principios del siglo XX, pertenecía a la iglesia católica, que ha solicitado su devolución desde los años ochenta sin ningún logro. Durante el comunismo fue empleada como lugar de ensayos y conciertos por parte de la Filarmónica, y ahora el Gobierno ruso ha decidido entregarla a la Iglesia ortodoxa en lugar de a sus legítimos dueños.

Pese a que la iglesia ortodoxa había manifestado oficialmente que no recibiría edificios que hubieran pertenecido a otras confesiones, en esta ocasión ha agradecido al gobernador de Kaliningrado la entrega de este edificio y de otros 18 lugares más, algunos de ellos pertenecientes a las comunidades protestantes.

El Arzobispado de Moscú ha mostrado su rechazo a esta decisión que considera un atropello y así lo ha manifestado públicamente y ha anunciado medidas legales contra la misma.

Juan María Piñero

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