Sr. Director:
No hace tantos años, la Iglesia velaba seriamente por la vestimenta de las asistentes a los actos litúrgicos.

Hoy se ha pasado al otro extremo y las misas se han convertido en una ocasión para mostrar muslos, escotes y minifaldas o pantalones superajustados, degradando la sacralidad de los templos. Estas prendas provocativas serían inadecuadas para presentarse ante un rey, más aún ante un Dios que muere en la Cruz, que eso es la Misa.

No sólo las mujeres deben hacer un examen atento a la hora de cuidar el atuendo y la actitud respetuosa en la casa de Dios evitando las conversaciones, las fotografías, mascar chicle... en bodas, primeras comuniones, bautizos.

También los sacerdotes como responsables de quién entra en la casa de Dios, deben preocuparse y llamar la atención a los fieles que se muestran irrespetuosos y no saben mantener el protocolo con el anfitrión divino, provocando el escándalo y la desaprobación de los que acuden a la Iglesia, no a exhibirse, sino a entrar en comunión con Dios.

Eva C. Wagner