Prosigue el, un tanto vergonzante, besamanos de los grandes empresarios españoles al nuevo presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, al que hace tan sólo pocas semanas consideraban un peligro para la gestión económica. Hasta el mismo gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, aseguró que el supervisor esperaba mucho del nuevo Gobierno, e incluso se permitió afirmar que el modelo de crecimiento de Rodrigo Rato, el hombre que le situó al frente de este organismo, debía cambiar. Según Caruana, España no puede depender del consumo y la construcción, que deben ser sustituidos por la inversión productiva y la exportación. 

Pero mucho más llamativo ha resultado en la "city" madrileña la actitud del presidente del BBVA, Francisco González. FG, que pasó de dirigir una sociedad de valores a presidir Argentaria, gracias al nombramiento de Rodrigo Rato, aseguró en público estar convencido de que José Luis Rodríguez Zapatero "va a mantener a nuestro país en una senda de prosperidad". Y todo ello lo decía delante del asesor económico de Zapatero, Miguel Sebastián, a quien FG despidió con muy malos modos de su cargo de director del Servicio de Estudios del BBVA, precisamente por mantener en sus informes posturas que no gustaban al Gobierno Aznar, en general, y a Rodrigo Rato, en particular. Eufórico por la victoria del PSOE, FG aseguró que su banco colaborará "en la medida de nuestras posibilidades" al éxito del nuevo Gobierno. 

Todo esto recuerda aquel viejo chiste que se contaba en la España posterior a la Guerra Civil. El de aquel gitano que se presentó en el cuartelillo de la guardia civil en un vetusto pueblo castellano con el siguiente mensaje para el comandante del cuerpo: ¡Qué bien, que nos hayamos quedado los güenos: ustedes y nosotros! 

Lo cierto, es que los presidentes de empresas privatizadas "aupados" por el PP tienen los días contados. A lo mejor son semanas, pero nadie se cree que los máximos responsables de las principales empresas del país vayan a ser los mismos con un Gobierno Aznar que con un Gobierno Zapatero. Ora cosa es que Sebastián y los "económicos" del PSOE estén obligados a pedir calma y a prometer continuidad en los cargos. Exactamente lo mismo que hizo el Partido Popular cuando llegó al poder en 1996... para acabar descabezando, en un periodo no superior a tres meses, todas las cúpulas empresariales.