No es la primera vez que en Hispanidad nos referimos a la eugenesia tan apreciada por los nazis- en la medicina moderna. Médicos sin escrúpulos exageran ante las embarazadas el peligro de que su bebé sufra malformaciones. Y ya se sabe que en el mundo actual se puede ser un canalla, pero no se permite ser débil. Entre el cuidado de los disminuidos psíquicos y el homicidio, muchos médicos eligen el homicidio, el aborto, que es mucho más práctico y resolutivo. Ya saben: muerto el perro, se acabó la rabia.

Antes les llamábamos subnormales, y a lo mejor hay que volver a esta denominación, que suena más dura pero resume mejor la situación. Porque el eufemismo empieza a resultar tan cursi como criminal. No respetamos más a los negros por llamarles subsaharianos. Es más, estoy convencido de que estarían felices de que les llamáramos negros si les ayudáramos a salir de la miseria. Sospecho que muchos tardan en darse cuenta de que los subsaharianos son precisamente ellos, de la misma forma en que los españoles nos quedaríamos muy sorprendidos si alguien nos llamara subfranceses o normagrebíes.

Por eso creo que la palabra subnormal, aunque muchos, especialmente los gays, lo empleen como insulto, resulta mucho más descriptiva. De nada me sirve hablar de minusválidos psíquicos o de feto con malformación si la solución es evitar que nazcan, que dan mucho asco.

Naturalmente, para la mujer, el niño malformado no es un experimento, es su hijo.

Lean el apasionante reportaje de Zenit, donde se escenifica el trayecto habitual del mercado de la muerte. Del aborto libre, al gratuito, y del gratuito al aborto obligatorio. Y la que no aborte, puede estar infringiendo la ley.

Eulogio López