A pesar de que el médico me ha aconsejado que en noches de insomnio debo leer y no ver la tele, la noche del miércoles me entretuve contemplando la Noche Hache, dirigido y presentado por Eva Hache (no sé si han cogido el sutilísimo juego de palabras), ese programa para adultos inteligentes que toda televisión que se precie debe emitir a las 12 de la noche, justo en el momento de los aquelarres, aunque se trata de una mera coincidencia.

El esquema del cacofónico programa obedece a un formato conocido como Perico Fernández, aquel boxeador español de los años setenta, al que la entonces televisión única no dejaba de invitar a un programa tras otro. El púgil, un poco sonado, era utilizado por los periodistas del medio, porque hacía mucha gracia al público más idiotizado, es decir, el de Noche Hache, con las tonterías que decía, se trataba de poner en ridículo a Perico para obtener éxito televisivo.

Eva Hache, factoría Polanco, Academia Cebrián, ha decidido hacer lo mismo a costa de manipular la opinión. Se entrevista a un listo o a un tonto, es igual, al secretario general del Foro de la familia, Benigno Blanco, o al asistente a la misa de la Almudena: luego sus palabras se contextualizan, esto es, se manipulan, y se le hace quedar como a Perico, como a un perfecto imbécil.

Todo, por supuesto, en el tono progresista que corresponde, donde los malos, no sé si lo adivinan, son los cristianos en general y los curas en particular.

Es la utilización mediática del hombre por el hombre, eso sí, con gran objetividad: el mismísimo Aristóteles, ridiculizado antes y después de hablar, parecería un prefecto imbécil.

El invitado estrella de Eva era Santiago Carrillo, ese muchacho que tan buenos ratos nos ha hecho pasar. Inducida por doña Eva, Carrillo se sinceró con la audiencia: los obispos le dan miedo. Incluso estableció un inteligente parangón entre la II República y la manifestación por la libertad de enseñanza del próximo sábado : La Republica expulsó a los jesuitas, les quitó la financiación a los curas, cambio la educación, pero a ningún obispo se le ocurrió salir a manifestarse.

Y todo esto es muy cierto, a don Santiago se le olvidó recordar que una docena de esos obispos y otros 5.000 curas y religiosas fueron asesinados, y quizá por ello no se manifestaban, pero el sentido era claro para todos.

Y claro, ante tamaño asombro, no pudo por menos de manifestar su hondo temor ante los 20 obispos que van a manifestarse el sábado : Es la inquisición advirtió un hombre tan tolerante como Carrillo ,mientras la Hache sonreía, emocionada. Y es lógico ese pánico : yo he visto, seguramente ustedes también, al violento de Rouco golpear una y otra vez, con un látigo de siete colas, el trasero del prócer. O a lo mejor no lo he visto y sólo lo he soñado, pero lo que está claro es que no se puede dejar a los obispos sueltos por la calle, porque son gente violenta que da mucho miedo.

Dicen que Polanco está muy preocupado por el estilo que destila su televisión en abierto, la Cuatro. Y la verdad, no puedo ni imaginarme el motivo de su desasosiego.

Eulogio López