Sr. Director:
Cierto que las vocaciones ayudan al hombre a desarrollarse. Pero también es igualmente necesario desarrollar las vocaciones. (A. Saint-exupery. Tierra de hombres).

 

La elección de profesión es un proyecto de futuro. Importa saber qué se quiere y tener audacia para buscarlo. La capacidad del hombre es limitada. Hacer con eficacia requiere centrar la atención en algo concreto hasta adquirir hábitos operati­vos. No se es eficaz en general. La eficacia se tiene en un campo concreto. Lo profesional requiere espe­cialización: es necesario ser experto en algo para ser eficaz y tener éxito.

Las profesiones son muchas, pero ha de elegirse una. El acierto en la elección que ha de hacerse en su iniciación de profesión y de lugar de trabajo es fundamental para el rendimiento de la vida profesional, entendido no sólo desde un punto de vista económico sino también desde la satisfacción o desarrollo personal. El grado de desarrollo del ámbito social en que vive el individuo también tiene influencia en la elección de trabajo. En una sociedad que solicita crecientes niveles de conocimientos y preparación cultural, si la familia no previene esa necesidad limitará las oportunidades de sus componentes.

Cada profesión tiene características propias, que interesa conocer, para ver su ajuste a las aptitudes personales. Si se realizan actividades dentro del campo de las propias cualidades, se darán mayores posibilidades de éxito profesional. La elección individual de un trabajo está condicionada por muchos factores: educación, formación profesional, dedicación personal, per­sistencia en el esfuerzo, etc.; por la demanda para actividades genéricas o puestos de trabajo concretos dentro de cada período de vida; y aun de la disposición a la movi­lidad de trabajo, no sólo de empresa sino también de ciudad.

El éxito en el quehacer está conectado con su ajuste al carácter y aptitudes del individuo: adecuación entre aptitudes y tareas. Si se tienen apti­tudes para un trabajo, el rendimiento, en proporción al esfuerzo, será mayor que careciendo de esas aptitudes.

El interés personal puesto en el quehacer diario, juega también un papel destacado, ya que si no existiese in­terés, incluso teniendo aptitudes para hacer, nada será comenzado. Para el rendimiento profesional, en ocasiones, tiene mayor importancia el interés y la ilusión derramada que las aptitudes.

Agustín Pérez Cerrada