Sr. Director:
En Cataluña tenemos políticos que son auténticos profesionales del victimismo, dedicados continuamente al ejercicio de la lamentación, venga o no a cuento.

 

Me refiero por ejemplo a la suspensión del Reglamento Lingüístico de Barcelona. El auto judicial es absolutamente razonable para quien se lo haya leído, recoge la jurisprudencia existente y considera que el Ayuntamiento de Barcelona debe tratar con igualdad a las dos lenguas oficiales.

¿Qué hay de malo, señores políticos, en ello, en que catalanohablantes y castellanohablantes tengamos los mismos derechos lingüísticos? ¿Por qué montan tanto escándalo por algo tan lógico? Con estos políticos que exageran, dramatizan y exacerban los sentimientos de forma totalmente injustificada mal vamos en Cataluña.

Vicenta Arnau