El ex presidente del Gobierno, José María Aznar, está que se sale. Acaba de explicarnos, urbi et orbe, que un buen liderazgo sólo requiere un líder, lo que demuestra que los ex presidentes, esos jarrones chinos, esos objetos preciosos que nadie sabe dónde poner, muestran una peligrosa tendencia a la tautología.

Aseguran los sabios que el poder corrompe pero con Aznar estamos descubriendo que la ausencia del mismo provoca la enfermedad conocida como solemnización de lo obvio, que creo que es a lo que se refería Mariano Rajoy en su más genial catalogación, en referencia ZP, habló de tonto solemne.

José María Aznar apenas un caso singular de buena conciencia retardada. Ejemplo: considera que es una aberración la ley del aborto de Zapatero pero él mantuvo en vigor una aberración semejante, la ley de Felipe González, además de aportar otros pequeños detalles como la introducción del aborto farmacológico, en forma de RU-486 y de la PDD, por no hablar de que fue el iniciador en España de esa práctica nazi llamada experimentación con embriones.

Pide un liderazgo para el PP, el discutido liderazgo de Mariano Rajoy a quien él, no el partido, nombró a dedo y a quien más tarde estuvo dispuesto a echar abajo.

En efecto, si Rajoy se la llega a pegar en Euskadi, Galicia y Europa, se habría puesto en marcha la operación Fraga: Aznar habría regresado para poner orden y habría nombrado a Gallardón candidato a la Presidencia del Gobierno y, de paso, a su señora, Ana Botella, alcaldesa de Madrid.

El jueves por la tarde llegó la guinda. Don José María nos explicó que las cajas de ahorros deben privatizarse, es decir, convertirse en bancos. La primera pregunta es la misma: ¿Por qué no lo hizo usted? Pero lo más gracioso es que se refiera para ello por el escándalo de Caja Madrid, cuando fue él quien nombró a su amigo y vecino Miguel Blesa para un cargo en el que no tenía otra experiencia que la de haber sido nombrado consejero de la Caja por Aznar

Lo que nos está diciendo el ex presidente es que para que no cometamos el mismo, lamentable, telúrico, error del nombramiento de Blesa, es mejor que las cajas se conviertan en bancos. Es mentira, naturalmente, pero resulta levemente irritante escuchárselo a él.

Insisto: las cajas no están mal porque no sean bancos sino porque se han comportado como bancos.

Y si se quiere profesionalizar más las cajas lo que ha que hacer es democratizarlas: todo el poder para los clientes y para los empleados, en una simbiosis de mutua y cooperativa que nunca debieron perder. Y, por supuesto, con obra benéfico-social, que es lo que les da sentido.

En cualquier caso, señor Aznar: ¿Por qué no privatizó usted las cajas de ahorros?

Eulogio López

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