• El problema es: ¿puede Pastor controlar la limpieza del proceso
  • El resto del Gabinete traga, pero la oposición a la OPV crece: Soraya, Guindos y Montoro no lo ven claro, aunque obedecen.
  • Como obedece Álvaro Nadal, quien, encima, acepta una horquilla de precios bajos. Cuanto más bajos, más sospechosos. Acabaremos malvendiendo AENA.
  • Y es que la ministra de Fomento no le sale nada: ni las radiales, ni la liberalización del AVE. Y encima afronta la huelga del transporte nacional por carretera.
  • Así que no puede permitirse una marcha atrás en AENA: sería su tumba política.
  • Y mientras, la pieza clave, José Manuel Vargas, se aprovecha de la pelea política y no dimite.
  • Pastor sabe que, si surge el escándalo, será a la vuelta de unos años.

Ana Pastor (en la imagen, junto a Mariano Rajoy) se plantaba, viernes por la mañana, en un seminario sobre infraestructuras y aseguraba que la privatización de AENA (49%) no se iba a detener por motivo alguno. No sólo eso, su mayor adversario en la materia, el director de la Oficina Económica de Moncloa, Álvaro Nadal, demostraba que había perdido la partida: dijo lo mismo, aunque jugando con los porcentajes para tratar de salvar los trastos.

¿Qué había ocurrido Pues que Ana Pastor se jugaba su futuro político y echó el órdago. Convenció a Mariano Rajoy, todavía líder poco discutible del PP, de que ella misma aseguraría la limpieza del proceso. Porque la sospecha sigue siendo la misma: sin concurrencia de auditoría para la carta de conformidad ni monsergas en el proceso de OPV de AENA alguien ha metido, o ha proyectado meter, la mano en la caja. Y lo que no quiere ningún político es que, a la vuelta de un tiempo, alguien le pueda echar en cara que malvendió un patrimonio del Estado o que, más grave, un particular se lucró o que, sencillamente, el gobierno malversó activos públicos.

Porque anda, que no resulta sospechoso que, en vísperas de una OPV, el propietario, Ana Pastor, anuncie una congelación de tasas, principal ingreso de la compañía, por nada menos que 10 años. Y ya resulta sospechoso que la primera valoración de AENA previa a la OPV sea inferior en casi un 100 por 100 a la segunda. Y ya es sospechoso que el PER utilizado como referencia sean sus homólogas francesa y alemana… que están hechas una castaña. Ojo, y ahora Nadal, que no se fía de Vargas, acepta una horquilla de precios de entre 6.200 y 8.000 millones de euros, cuando semanas atrás se negaba a bajar de los 8.000 millones.

No olvidemos que en este tipo de operaciones la clave está en los fondos. Muchos inversores institucionales estarían dispuestos a facilitar sabrosísimas comisiones a políticos, consejeros o ejecutivos con capacidad de maniobra suficiente como para ponerlo barato a unos especuladores que luego pueden venderlo caro.

Pues bien, la clave es que Ana Pastor se jugaba su carrera política y ha convenido a su amigo, al señor presidente, don Mariano Rajoy, bajo promesa de que ella misma vigilará la limpieza del proceso. Ahora bien, la pregunta es: ¿cómo puede asegura Pastor la limpieza del proceso Entonces ¿por qué no rectifica y aplaza 'sine die' la OPV como le solicitan la vicepresidenta primera, y única, del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, así como los titulares de Hacienda, Cristóbal Montoro y de Economía, Luis de Guindos

Pues porque Ana Pastor tiene muchos frentes abiertos y demasiadas operaciones paralizadas. Afronta una huelga de sector de transporte por carretera que no sabe cómo evitar. Además, tiene paralizada la solución a las radiales quebradas y retrasos injustificados en la liberalización de Renfe, en especial del AVE. Si fracasa en AENA será su tumba política. Ahora bien, el problema es que su cabezonería puede suponer que se oculte su fracaso como ministra pero el fracaso de la OPV será irreversible e inocultable.

Y mientras, la pieza clave, José Manuel Vargas, consejero delegado de AENA, se aprovecha de la pelea política y no dimite. Y Pastor sabe que si surge el escándalo, será a la vuelta de unos años. Para entonces, todos calvos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com