• Ante el desastre de PRISA, los hermanos Polanco se reivindican.
  • Su comunicado a la CNMV, donde recuerdan que controlan el 30% de la compañía, sólo apto para hermeneutas.
  • Y Felipe González abandona a Janli.
  • Al final, Ignacio y Manuel Polanco quieren volver a los orígenes: Santillana y El País y olvidarse del negocio audiovisual.
  • ¿E Internet Poquito a poco.

Ignacio (en la imagen) y Manuel Polanco han dicho basta. PRISA, la empresa que creara su padre, Jesús Polanco, y que convirtiera en el primer grupo editorial en castellano, representante áulico de la progresía española, está quebrada. Dejaron todo en manos de Juan Luis Cebrián y éste les ha llevado a la ruina (a la empresa, no a él).

El pasado lunes sorprendían al mercado con un hecho relevante cuya relevancia sólo es apta para hermeneutas. Al final, lo único que se entiende es que los hermanos Polanco recuerdan que controlan "directa o indirectamente" el 30% de PRISA. Vamos, que la fortuna que les legara su padre se ha reducido pero ellos siguen mandando en PRISA, algo que Juan Luis Cebrián no acepta, pues se atribuye la sofisticada y morrocotuda entrada del fondo paraguas Liberty.

Lo cierto es que los hermanos Polanco han logrado que el minoritario-muchimillonario Carlos Slim, quien ya cuenta con un 5% de PRISA, les muestre su apoyo y, lo que no es menos importante, que Felipe González, el propietario ideológico o virtual de PRISA, abandone a Cebrián para engrosar las filas de la familia Polanco.

Es más, como Ignacio y Manuel no se han mostrado muy avispados en el mantenimiento de la herencia editorial, ya tienen el futuro número uno del Grupo, preparado para sustituir a Cebrián: Fernando Abril Martorell.

Ignacio Polanco acusa a Cebrián de haber dilapidado en el mundo audiovisual todo lo ganado en prensa escrita y radio. Ahora, en eso coinciden con Janli Cebrián, quieren vender Sogecable a Telefónica y Mediaset. Pero no sólo Sogecable, estarían dispuestos a desprenderse de los activos iberoamericanos (salvo los pertenecientes Santillana, y volver al papel. En definitiva, quieren quedarse con El País y con la editorial Santillana, que lidera Ignacio Santillana (como su mismo nombre indica). 

Ya han conseguido que la aventura de la digitalización para la que se fichó al gran gurú indio de la informática se detenga. Ha sido otro desastre Cebrián y, como informa el Confidencial Digital, Kamal Bherwani, el hombre que vivía entre la exquisita calle madrileña de Villalar y Nueva York, fuera despedido.

Pero Juan Luis Cebrián aún mantiene sus armas. Lleva anunciando su jubilación desde hace cinco años, que nunca se produce, y continúa siendo el interlocutor principal de la banca acreedora. Las espadas están en el aire.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com