El mexicano maronita se lo toma con calma, por ahora, el 3,2%. Se recrudece la batalla por el control del grupo mediático entre Cebrián y Abril. Empresarial e ideológica: Martorell asegura estar cansado del sectarismo del grupo y quiere que rompa con el Felipismo y con el lobby gay. Janli pregona que reside en Nueva York, pero se pasa el día en Madrid. No ha renunciado a presidir El País SA, su último sueño

El primer grupo mediático español está en quiebra pero sigue siendo el más influyente. Eso sí, PRISA no ha culminado su proceso de desinversiones, ni mucho menos. Liberty, propietario de más del 60% del entramado, aún no ha concluido la marginación total de la familia Polanco, tarea en la que ha sido ayudado por Juan Luis Cebrián, pero está en ello. Mientras no se sanee la deuda, que sigue superando los 4.000 millones de euros no se podrá vender a buen precio las joyas de la corona ni se sabrá dónde acaba el proceso de reconversión y depredación de la editora de El País, la cadena Ser y Santillana, entre otros activos. Pero que el mexicano Carlos Slim ha aumentado su participación al 3,2% ya proporciona pistas.

Y mientras todo eso se produce los dos cabezas visibles del entramado, el periodista Juan Luis Cebrián y el financiero Fernando Abril Martorell, se degüellan. La lucha es por el control, desde luego, pero también ideológica. Abril está harto del sectarismo progre de PRISA y de su ligazón histórica con el felipismo socialista. Ahora que el Partido Popular ha subido al poder y que la familia Polanco sólo busca abandonar el barco en las mejores condiciones de liquidez, parece haber llegado su momento.

Eso sí Janli Cebrián no se rinde. Pregona por todo Madrid que ha trasladado su residencia a Nueva York, donde ciertamente reside ya su esposa -la ex locutora Teresa Aranda, hoy en la fundación Atman, otro satélite de la nebulosa del Nuevo Orden Mundial (NOM), que lidera el iraní. Fundación Atman tiene como presidente a Farshad Zandi. Este oblicuo personaje, presidente de Trade Petroleum, en su momento utilizado por el Gobierno Zapatero para lanzar su alianza de las civilizaciones, siempre ha estado en la órbita del Felipismo y de PRISA.

Ahora bien, lo cierto es que Cebrián sigue peleando en Madrid con el único objetivo de que Martorell, que se ha ganado la confianza de Liberty, no le margine. Cebrián sabe que PRISA está condenada al troceo pero aún pretende hacerse con el control de El País SA, periódico que él fundó, dirigió y convirtió en el más influyente de España. Martorell considera que con el PP en el poder y los Polanco en retirada -retirada forzada por Cebrián- ha llegado su momento de acabar con el sectarismo de la vieja guardia...y con Cebrián.

También hay que entender lo que es Liberty, a fin de cuentas el socio mayoritario. Se ha definido como un 'fondo de fondos', pero en puridad no es más que lo que los norteamericanos llaman un 'spac', un vehículo especial de adquisiciones. Esto es, un exponente más del manicomio en el que se han convertido los mercados financieros. Se trata de un banderín de enganche lanzado por un notable, donde se concentra dinero que asegura una rentabilidad anual pero sin especificar dónde se va a invertir. En el caso de Liberty, el lanzador es el singular mecenas Nicolas Berggruen, otro hombre NOM, y está gestionado por el yupi financiero Martin Franklin.

Ni que decir tiene que la idea de un spac es entrar en una empresa y salir de ella lo antes posible, previo desguace de la misma y según el primer mandamiento del capital-riesgo: la suma de las partes vale más que el todo.

El problema de Liberty es que calculó más la profundidad real de la crisis y ahora se encuentra atrapada en una PRISA que si no ha presentado concurso de acreedores es porque los bancos no se atreven a forzar la crisis de un medio tan influyente.

Y ahí aparece Calos Slim, quien fue atraído hacia PRISA por su amistad -hoy menos que ayer- con Felipe González, por el propio Cebrián y por el conseguidor español en México, y representante de PRISA, Antonio Navalón.

Todo se solucionaría si Slim decidiera hacerse con el control del medio. Hay dos razones por las que sólo ha ampliado su capital hasta el 3,2% y eso antes de las elecciones. En primer lugar, Slim no es personaje bien visto en el Partido Popular. En segundo lugar, cuando se afirma que el mexicano es el hombre más rico del mundo conviene hacer una precisión. Slim, a través de su instrumento inversor, Carso, no se representa a sí mismo. Slim es oriundo de Oriente Próximo, de aquellos cristianos maronitas libaneses que, a finales del siglo XIX y principios del veinte abandonaron su tierra para huir de la persecución del Imperio Otomano contra los cristianos. Dicho de otro modo: el dinero de Carso no es sólo de Slim, sino de los descendientes de una veintena de familias maronitas que se instalaron allí y entre las que no está bien visto matrimoniar con un miembro -o 'miembra'- ajeno al clan. Por eso, sus decisiones de inversión siempre son lentas, porque antes debe consultar con sus socios.

Pero, en el entretanto, la pugna continúa entre un Abril Martorell que cree en el futuro de la empresa, y un Janli Cebrián que sabe perdido el control de PRISA y que tiene, como último sueño, controlar El País. Además, Cebrián sigue siendo el hombre NOM -uno de los que decide, por ejemplo, qué españoles cubren la cuota nacional -dos representantes- en las selectísimas reuniones anuales del Club Bilderberg, estrella actual del NOM, y un Abril Martorell que pretende un diario menos sectario, menos felipista y menos controlado por el lobby gay. Lo tiene crudo pero, como gestor, Liberty continúa confiando en él.

Miriam Prat

miriam@hispanidad.com