El grupo Bertelsmann ha decidido cerrar la imprenta Printer, su primer negocio en España. Cuatrocientos trabajadores de la planta de Sant Vicenç del Horts se quedan en la calle. La historia de Printer es la de unos trabajadores que cobraban el doble de los habituales en el sector y la de un equipo directivo que cobraba comisiones según facturación, por lo que estaban dispuestos a aumentar las ventas sin reparar en la rentabilidad de cada contrato.  

Los sindicatos, por su parte, se negaron a que los trabajadores redujeran el sueldo. Total: que Bertelsmann decidió externalizar servicios. Además, el cierre de Printer no le supone ningún problema a la multinacional alemana: antes ya había comprado las imprentas Cobrhi (209 trabajadores, con 176 en contrato fijo) y Rotedic (Tres Cantos, Madrid, con 185 personas en platilla). Ambas, con costes salariales mucho más bajos.

La historia de Printer es la historia de muchas empresas: ni directivos ni sindicatos quieren apretarse el cinturón, por lo que todos acaban en la calle.