Lo cuenta, cómo no, Noticias Globales. En Alemania, una madre ha sido condenada a 43 días de cárcel por negarse a inscribir a sus hijos en los programas de educación sexual en una escuela primaria.

Es sabido que la asignatura más importante para un niño de primaria es el sexo. Ya lo repetía el infante sexualizado de la película Poli de Guardería. Los niños tienen pene, las niñas vagina. Sin duda, era un alumno aventajado, ya en el jardín de infancia, de la asignatura que imponen los alemanes.

La táctica de la progresía es siempre la misma: primero solicitan el aborto libre -y gratuito, of course- y una vez que lo han conseguido exigen el aborto obligatorio, porque si no se facilita el aborto se está atentando contra los derechos reproductivos. Y eso no puede ser.

Con la educación en Alemania ocurre lo mismo: los padres ya no se puede negar a que a sus hijos pequeños les enseñen lo del pene y la vagina. Y si se niegan, les quitan la patria potestad y de propina terminan en el trullo. Es la lucha entre la familia y el Estado, es decir, entre la libertad y el totalitarismo.  

Lo mismo ocurre en España con Educación para la Ciudadanía o con Ciencias del Mundo Contemporáneo (CMC) (que me preocupa tanto como EPC). No me extraña que cada vez sean más padres los que, a pesar del enorme esfuerzo que supone, opten por el home scholling. Naturalmente, en España el Estado ya les ha puesto la proa y lo ha prohibido. Chesterton decía hace 100 años que la educación obligatoria era un error y un atentado contra la familia y contra la libertad. Se refería a esto.

Soluciones: en materia educativa el cheque escolar. Es decir, devolver a los padres la autoridad natural para educar a sus hijos según lo consideran conveniente. Peor lo dijo el actual ministro de Educación, padre Ángel Gabilondo: quien educa a los hijos es el Estado.

Eulogio López

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