El Senado del Reino de España aprobó ayer el proyecto de ley por el que los transexuales, travestis y homosexuales varios, que me lío mucho con la neo-terminología, puedan cambiar de nombre e incluso de condición -pues la imaginación es libre- en sus documentos oficiales. Es decir, que Pepe se convierte en María en una pis-pas burocrático. Es lo que en Moncloa denominan una "ley social" es decir, baratita y periodísticamente impactante. Son las leyes preferidas del zapaterismo, porque no violentan el presupuesto público y, al mismo tiempo, proporcionan espléndidos titulares: divorcio express, supresión de la religión en las escuelas, gaymonio, impuesto religioso, violencia de género (esta sí, un poquito más onerosa, que hay que crear puestos de trabajo para toda las componentes del lobby feminista), etc. En definitiva, leyes que ejemplifican la ideología progre, que podemos resumir así: Abajo los curas y arribas las faldas.

En el Congreso, el Partido Popular se opuso a tan progresista norma, pero ha decidido cambiar de opinión en el Senado, precisamente la Cámara que controla. Y así, el insigne senador, Su Señoría Evaristo Nogueira, nos ha comunicado las ventajas de la segunda Cámara, llamada Alta por puro pitorreo, y a la que hasta el momento, no conocíamos virtualidad alguna, salvo la del ‘catering', que es de lo mejor. Pues bien, Evaristo, con mucho predicamento y buen tono, nos ha contado que el Senado "permite una segunda lectura de los proyectos… sin alcanzar la crispación a la que se llega a veces en el Congreso". Es decir, Mariano, que eres un radical, tío. Y con tan elegante argumento, Evaristo nos ha explicado que el PP ha cambiado de opinión, y que ahora le parece muy buen que todas las tribus gays puedan cambiar de nombre y de sexo.

Este segundo punto tiene su aquel, dado que no hará falta cambiar de sexo –verbigracia, cortarse los éstos- para modificar el nombre oficial. Esto alegrará mucho a algunos pepes, especialmente a los pepes-peperos (ustedes ya me entienden). No obstante, para que quede claro que el PP es, en verdad, un partido progresista, la presidenta de la Comunidad de Madrid, doña Esperanza Aguirre, ya tiene dispuestos los quirófanos de la ciudad Sanitaria de La Paz para realizar las urgentísimas operaciones de cambios de sexo, también conocidas como "tajo de los éstos". Quizás ello implique que aumenten las listas de espera y, desde luego, el Presupuesto no permite que los niños arreglen sus caries dentales, pero en política todo es cuestión de prioridades. El Pepe-Mari va antes que la vesícula, por ejemplo. Es natural… amén de progresista.

En lo que no sé si ha caído el PP es en el gran favor que le ha hecho a su adversario, el PSOE, por un doble motivo: empeñarse en que sarasas y cacorros voten al partido Popular es un esfuerzo titánico, que ni el bronceado Zaplana podrá llevar adelante. En segundo lugar, esto solucionará el grave problema del PSOE para formar listas paritarias, porque ahora un Pepe podrá aparecer en las mismas, tajado o no, como si fuera María, y nadie se enterará de ello, que para eso esta la privacidad.

Y llegado aquí, quiero lamentar la actitud cavernícola medieval del PSOE con las listas cremalleras, un fifty-fifty entre dos sexos tan periclitados como el masculino y el femenino. No señor, ya no vivimos en la Edad Media. Por tanto, lo suyo es que todas las opciones sexuales pasen a formar parte, en estrictas condiciones de igualdad, en las listas de los partidos y en los consejos de las empresas, que ya está bien de tanto machismo. Y así, no sólo deben participar varones y hembras (a los que, por cierto, deberíamos censurar para contrarrestar los 4.000 años, o quizás 4.000 millones de años de imposición de los dos sexos y ningún otro), pero también gays, lesbianas, bisexuales, transexuales y travestis. Es decir, por lo menos 7 categorías. Y así, si la lista se compone de 49, pues siete para cada uno. Quedaría un parlamento muy colorido.

Pues eso, Evaristo, que te he visto, que le has hecho un gran favor al PSOE, que a progre a ZP no hay quien le gane. Y si ahora existe un 40% de mujeres en las listas, ¿quién sabe lo que puede ocurrir en el futuro?

Ahora bien, todo lo anterior me genera una profunda inquietud, acerca de otro derecho inalienable del colectivo rosa que debe ser abordado sin tardanza. ¿Qué pasa con las ‘toilettes'? Es hora ya de acabar con los dibujos de un varón, por cierto más asexuado que los oscar de Hollywood, y la fémina con faldas (otro residuo medieval). No señor se imponen los siete baños distintos. Sobre todo, porque no sabemos donde irá orinar el Pepe travesti o travestido. Respetemos la diferencia… como hace Evaristo.

Eulogio López