Sr. Director:

Mi deseo más íntimo es que Zapatero sea, por fin, bueno para España.

 

Sí, verdaderamente ese es mi deseo. Después de siete años largos (y porque no los puede alargar más) de haberme ofrecido una decepción tras otra, de haberme hecho sentir el pesar que mis antepasados ya difuntos sentirían de ver el prestigio con el que el PSOE se ha visto adornado con ese sentido y llevada a cabo de gobierno que, seguro, ha sido más un desgobierno y, por supuesto, no lo ha hecho pensando en todos los que hemos pagado, pagamos y pagaremos todo lo que él, y los equipos de los que se ha valido, han gastado.

Él ha gobernado para quienes le votaron, para quienes reciben de su equipo subvenciones por doquier, para quienes le rinden pleitesía y él premia con puestos de trabajo, puestos de libre designación o de confianza (o sea, a dedo puesto de trabajo y sueldo), para los cuales no ha requerido más currículum vitae que aplaudirle y reírle sus gracias incesante e incondicionalmente.

Recuerdo su imagen cuando ganó a Bono y aparecía en los medios de comunicación como el futuro candidato a la Presidencia del Gobierno: joven, con cara de no haber roto ni un plato en su vida, al que alguien (tan ocurrente siempre) calificó de "bambi", y diciendo que él quería que la ciudadanía le dijese qué clase de socialismo o cómo quería que gobernase.

Hasta ahí llegaba su disposición de entrega a trabajar por la convivencia entre todos los españoles, por procurar que éstos se conozcan mejor y, conservando la riqueza cultural que tenemos, mirásemos al futuro con la alegría de vernos libres, ante un camino, esperado, hacia la civilizada democracia y con los motores de la economía bien engrasados para alejar mucho, mucho, el recuerdo hiriente de las heridas y huellas de una guerra y de una posguerra, de emigración y huidas que, a la postre, con ésa disposición, lo que mejor ha demostrado es su falta de escrúpulos y de conciencia removiendo todo lo habido y por haber, sin importarle crispar los votos de la ignorancia que bien se ha preocupado por mantener entre cortinas de glamour, derroche y frases estúpidas, a mi juicio, que insultan, incluso, a esa ignorancia.

Pues bien, me preocupa que ZP no sea nunca bueno para España. Porque ahora hay que dejar que Rajoy gobierne y, si de verdad le importa España, sabe que hace falta mucho talento y agallas para saltar el potro envestido y envenenado que él le ha dejado.

Don José Luis, sea alguna vez bueno para España. La mejor ocasión es la de ahora para demostrarnos, a todos, que de verdad siente respeto, al menos, por este pueblo al que, usted, se lo debe todo y le ha hecho tanto daño.

Isabel Caparrós Martínez