Sr. Director:
Estamos en momentos de hacer la declaración de la renta del pasado año, como en años anteriores, y desde la CEE nos recuerdan de poner la X en la casilla de la Iglesia.

 

Hay quien critica está medida como caprichosa, que por supuesto no es, antes al contrario.  Y es que todos los ciudadanos españoles que "no buscan tres pies al gato" saben y reconocen hoy el gran compromiso de la Iglesia católica con los más necesitados. Es a ellos que le entrega todo lo que tiene a su alcance, incluyendo la vida de sus misioneros, para ayudar a mitigar las necesidades acuciantes que padecen. Es, sin ninguna duda, una entrega total a cambio de nada, bueno, de nada no, aunque el cambio no es material.

Los que tratan obstinadamente de desvirtuar hoy esta realidad, por supuesto que merecen mi respeto, porque acepto y los católicos aceptamos la pluralidad que debe existir en países democráticos. Pero se exponen al rechazo mayoritario de los españoles, que consideran y aceptan como encomiable su trabajo al servicio de los que sufren y padecen hoy las consecuencias de la crisis, ejemplo palpable el comportamiento de Cáritas.

También, el de todos los católicos del mundo que sufren, en carne propia, las arremetidas de quienes desprecian la libertad e intentan, con la violencia que propician, someterlos injustificadamente, contando para tal fin con muchísimos cómplices que, utilizando distintos disfraces de pacifistas, los acorralan y sabotean sus actos religiosos por todo el mundo, incluyendo también la España de hoy.

Creo que tenemos motivos para marcar la (X) de la Iglesia católica en nuestra declaración, por ser un acto de buena fe y sobre todo de respeto a quienes, con tan poco, hace felices a muchos, demostrando con ello nuestra inquebrantable fidelidad a principios religiosos, morales y éticos, que sin duda nos identifican en el mundo como país pionero de la solidaridad verdadera sin la hipocresía política.

Enric Barrull Casals