He encontrado una de las más certeras descripciones del mundo actual. Las descripciones certeras son aquellas que no dibujan a la sociedad sino al individuo de cada época, porque así es el individuo, así será la sociedad, no al revés. El hombre actual es el que crea el colectivo, no al revés.

Y esa descripción no la he encontrado en ningún premio de ensayo sino en los Dictados de Jesús a Marga, una obra clandestina que ya he citado en otras ocasiones. Sí, en lo que sería un disparate para cualquier crítico literario o cualquier pensador orgánico, reputado como tal.

Ese libro describe las revelaciones de Dios, a una madrileña, Margarita, que miren por dónde, no es religiosa, sino madre de familia.

Vamos con la descripción. Dios le dice a Marga cosas como ésta: "En la Iglesia siempre ha habido visiones y revelaciones. La vida de prácticamente todos los santos, está llena de ellas. Decidme un santo que no las tuvo. Y a veces las tuvo, pero no eran conocidas.

Y más: "Amados: no desdeñéis vosotros los caminos naturales de Dios. No cortéis el Espíritu. ¿Es que ahora Dios no quiere vivir en la misma intimidad que antaño con sus criaturas Y yo os digo: incluso más".

Pero hay una advertencia. Cristo advierte a los maestros que "habéis olvidado enseñar a las almas cuáles son los discernimientos de espíritus". En efecto hay profetas y hay majaderos, hay videntes y hay soberbios, hay revelaciones y hay estafas. Por sus frutos les conoceréis, pero también por su coherencia interna. Eso es discernimiento de espíritu, saber distinguir lo bueno de lo malo, lo auténtico de lo impostado.

Pero que quede claro que el brazo de Dios no se ha perdido potencia, que Dios sigue hablando al hombre en la cotidianeidad y que éste puede responderle. Vamos, que tenemos un Dios pendiente de la palabra del hombre. Eso sí es que difícil de creer, mucho más que cualquier dogma de los que aparecen en el credo. Y sin embargo es cierto: Dios hace sus delicias entre esta miserable criatura llamada hombre, elevada la categoría de hijo. Porque la clave del siglo XXI, insisto, no está en la fe, sino en el amor.

Los cristianos nunca hemos sido los que creemos en Cristo (también los demonios creen en Dios), sino los que amamos a Cristo, que es distinto. Pero conviene recordarlo hoy, cuando todo parece ya dicho y no es el momento de la razón sino de la libertad. De la libertad y de la voluntad.

Eulogio López

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