"Con mi primera mujer hice fortuna y con esa fortuna compré mi segunda mujer", dice el malvado, a fuer de bobalicón, aforismo de la City financiera.

El Gobierno chino hace algo parecido. Siendo comunista se hizo capitalista pero sin perder el comunismo. De esta forma, ha podido enriquecerse al tiempo que siguen manteniendo la bota de hierro sobre sus súbditos. Las ganancias del sistema capitalista les permite mantener la más férrea de las dictaduras comunistas.

Con las elecciones francesas, Pekín ha dado un paso más. El capi-comunistas, es decir, la prensa oficial china, ha saludado la elección de François Hollande como nuevo presidente de Francia. La prensa oficial china se muestra abierta a "un diálogo sobre Derechos humanos". No es coña, Pekín quiere hablar con París sobre un asunto que les preocupa mucho.

Ahora bien, la pregunta es muy sencilla: si China es un modelo de país respetuoso con los derechos humanos, ¿por qué los chinos se van de China, al menos todos los que puedan, cuando lleva una década con un crecimiento económico imparable, próximo a los dos dígitos o por encima del mismo? Esta es la cuestión.

Eulogio López

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