El cinismo en política es un arte, aseguran los maquiavélicos. La vicepresidenta primera del Gobierno, doña Teresa Fernández de la Vega, ha alcanzado cuotas de virtuosismo en esta cualidad política.

Sólo ella podría vender el inane semestre de Presidencia española de Europa, el semestre Zapatero, como un éxito sin precedentes que será recordado por generaciones enteras. Nadie duda que en el siglo XXII, allá por el 2150, los escolares recordarán el primer semestre de 2010 como un mojón clave en la historia del mundo, de efectos similares a los provocados por la caída de Roma, el descubrimiento de la imprenta, la toma de Constantinopla, la Revolución industrial o la irrupción de Internet.

No sólo serán generaciones enteras quienes recuerden el ridículo de ZP en los foros internacionales sino que lo recordarán por generación espontánea aunque, por si un aquel, doña Teresa haya decidido recordárnoslo.

Si lo miran bien, doña Leire Pajín, otro portento de ciencia y sabiduría, se ha repartido el ditirambo zapateril con De la Vega. La una se encarga del espacio y la otra del tiempo, ambos conceptos filosóficamente duros, sólo aptos para mentes muy entrenadas. Doña Leire nos habló del espacio, de la conjunción planetaria entre Obama y ZP, mientras doña Teresa ha decidido cambiar el espacio por el tiempo, y profetizar -al modo laico, se entiende- las generaciones que recordarán este semestre triunfal. Sea sincero, no sea derechoso: ¿No es cierto que durante estos 180 días, los trascurridos entre el 1 de enero y el 30 junio del presente año, ha sentido usted una especie de gustirrinín interior proporcionado por la convicción de estar viviendo un momento histórico?  

No puedo sospechar qué ocurriría si a este dúo se une el tercer pincho del tridente ideológico del Zapaterismo, doña Bibiaba Aído, quien a buen seguro aportaría una nueva dimensión, la biología y pelín metafísica que, de una vez por todas, nos marque la diferencia entre ser vivo y ser humano.

Lo único que me preocupa es la decadencia intelectual de la clase política española. Ni Felipe González ni Aznar eran dos lumbreras, pero este tipo de estupideces las reservaban para las tertulias privadas con los amigos, la noche de los sábados.

Posdata: el presente artículo es falso porque está imbuido de un lamentable machismo, lo que se demuestra por el hecho de que todas las criticadas son mujeres y encima, mujeres progres. Obsérvese, por ejemplo, que entre las tres no han tenido un solo hijo (bueno, González y Aznar tampoco), por lo que su progresismo resulta incuestionable.

Eulogio López

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