Si algo no puede negársele a los cineastas orientales es que plantean cuestiones universales de forma bastante bella. Otra cosa es que, como en el caso que nos ocupa, todo esté trufado de fatalismo.

Mija, que convive con su nieto adolescente en una pequeña ciudad dormitorio, es una mujer optimista y vital a pesar de las modestas condiciones en las que habita que le obligan a trabajar como asistenta de un hombre impedido. Obsesionada por la belleza de la palabra, se apunta a un taller de poesía en el centro cultural de su barrio. La primera enseñanza que le dan en sus clases es que debe buscar la poesía en la observación de la vida cotidiana. Lo que no se espera Mija es la que realidad es mucho más dura de lo que imaginaba

Premiada al mejor guión en el pasado Festival de Cannes, Poesía contiene imágenes llenas de belleza que encuentran su contrapunto en otras de una insoportable  sordidez. Pero lo más interesante es el retrato que realiza de una mujer bondadosa que, ante el mal próximo, se repliega, se ve incapaz de combatirlo de frente, optando por el sacrificio personal y por dar voz  a quien ya no la tiene.

La veterana actriz Junghee Yun, toda una leyenda en el cine de su país, ha regresado al cine para interpretar este agradecido papel que se resumiría en una frase: amar no supone consentir, de ahí que el final deje un sabor tan amargo a pesar de su bonito envoltorio.

Para: Los que quieran contemplar una historia tremendamente dura en fondo, no en forma