Más de 30 millones de mortales apiñados en una urbe preparada para ocho y en la que el 60% de los habitantes vegetan en unas condiciones de indigencia extrema.

Especulación, suciedad, bochorno, vaquillas, mucha gente, riqueza e indigencia en más de 450 kilómetros cuadrados. Bombay es una metrópoli llena de incongruencias; paradores de cinco estrellas flanqueados por suburbios de chozas en las que se hacinan en condiciones infrahumanas. Son cobijos de siete metros cuadrados en los que viven cinco mortales, sin tinaja y sin agua corriente. El clan está arrellanado en la tierra, con las zancas cruzadas, comiendo con los dedos, con los fanales lagrimosos por el picante.

¿Cómo pueden coexistir las personas en semejantes condiciones? Alojamientos acabados con barro, arcilla, caucho y hormigón. Un millón de mortales en 2,5 kilómetros cuadrados. Una espita de agua caliente para 30 aborígenes. Una cloaca de agua residual empapa los caminos. No hay intimidad, apenas un metro de distancia de un portón al de enfrente. Chiquillos desvestidos retozan por la calle, cerca de los roedores y escarabajos.

Los críos rebuscan entre la basura, son chavales alquilados por sus padres. Asimismo son prostituidos por la mafia. Cuanto más menudos mejor, así hay menos peligro de que tengan el virus del sida. Los mafiosos hacen de los pequeños; niños mendigos y es una realidad cuando les amputan un miembro, de su débil morfología, para que den lástima y consigan mas calderilla.

La India no es sólo indigencia, no son sólo barrios de chamizos. En Bombay hay fastuosas residencias coloniales de la época anglosajona, cervecerías de empaque en las que un vaso significa el salario de una mortal al mes, automóviles con chófer, vestuario de marca y un ademán despectivo a la indigencia que les circunda.

El hambre se localiza entre los más espinosos abusos que afligen a toda la humanidad. La gazuza es originada por el mismo hombre, por su narcisismo, que se trueca en la inflexibilidad de las estructuras que sólo reclaman la especulación, en estilos que van contra la existencia y en ideologías que someten a la persona, privándola de su dignidad humana, a un mero instrumento.

Clemente Ferrer 

clementeferrer@yahoo.es