Enternecedor, el director del diario El País, Jesús Ceberio. El hecho de que haya sido el invitado de honor al Congreso de Periodismo Digital de Huesca da idea del enfoque de esta reunión anual: es una reunión de las ediciones digitales de la prensa tradicional, es decir, del poder informativo.

Lo enternecedor viene cuando el verdugo se convierte en víctima, táctica muy útil en la batalla por la buena imagen y, sobre todo, por el monopolio informativo. Así, según el propio diario que dirige (feroz crítica la de El País hacia su director, en aras de la objetividad), Ceberio acusó a quienes desde "posturas fundamentalistas quieren expulsar de Internet a los medios tradicionales".

¡Pobrecitos! Jesús Polanco, Pedro J. Ramírez, José María Bergareche, Antonio Asensio, Javier Godó, zaheridos, vejados e insultados por, pongamos por caso, El Confidencial, El Semanal Digital, PR Noticias o Hispanidad. Las plantillas conjuntas de todos esos medios no alcanzan el número de secretarias de redacción con las que cuenta Ceberio, y su presupuesto, también conjunto, no alcanza ni el 1% del beneficio obtenido por la SER. En verdad, David está zarandeando, explotando y acosando a Goliat. David es un fundamentalista rastrero y opresor.

Al mismo tiempo, en un alarde de transparencia, Ceberio se negó a dar cifras sobre los accesos de pago a la edición digital de El País, desde que adoptó la modalidad de pago. Así que, como las uvas están verdes, Ceberio arremete contra la cultura de "todo gratis" en Internet. Pues miren ustedes, esa política es la que asegura la libertad de expresión en Internet, la que permite que la información fluya en la Red y en que exista un periodismo alternativo y políticamente incorrecto.

Dice Ceberio que las claves del periodismo en Internet son las de siempre: la independencia económica, el rigor informativo y la búsqueda de información propia. Muy cierto.

De hecho, son los medios alternativos los que buscamos información propia y los periódicos tradicionales los que copian a los llamados 'confidenciales' sin el menor pudor y, naturalmente, sin citar, no vaya a ser que nos promocionen.

Segundo: el rigor. Ciertamente, el rigor siempre es exigible a un periodista. Sólo que rigor no es objetivismo. A ver, don Jesús, repetimos: no hay peor manipulación que la objetividad aséptica. No hay titular más manipulado que éste: "El SCH (o el BBVA, o quien sea) ganó 2.956 millones de euros en 2003". Objetividad pura, pero que nada dice sobre la labor social del banco, la gestión del equipo de FG, la contabilidad creativa o el trato otorgado a sus empleados (hablo de un ejemplo hipotético). Para hablar de todo ello, es decir, para defender la verdad y para defender al débil, hay que enfangarse, hay que entrar en el proceloso terreno de la subjetividad, donde hay más posibilidad para el error, pero también para la verdad. Por ejemplo, si El País hubiese sido objetivo con la Guerra de Iraq, nos hubiésemos quedado con la información que surgía de la Casa Blanca.

Finalmente está lo de la 'independencia económica'. Traducido: beneficios. Ahora bien, en el mundo actual, los medios informativos no son más independientes por tener beneficios, sino por ser pequeños. Son sus reducidísimos gastos los que avalan la independencia de los medios 'interneteros'. Los grandes multimedias pueden tener pérdidas, en cuyo caso son engullidos por otro multimedia, o pueden tener beneficios, en cuyo caso podrán engullir a sus colegas, pero siempre deberán mantener engrasada sus poderosas maquinarias. En otras palabras, siempre tendrán que pactar con los poderosos de la economía para obtener su publicidad y su apoyo financiero, y con los poderosos de la política para obtener sus licencias de radio y televisión, siempre sometidas a régimen concesional. En la sociedad de la información, lo pequeño no sólo es bonito, sino libre. Y en cuanto empieza a crecer empieza a perder libertad, a morir de éxito.  

Con todo ello, el director de El País se sitúa en el mismo punto que la ONU, que acaba de convocar una de sus magnas reuniones para controlar la información que fluye por los cinco continentes a través de Internet. Porque para los poderosos, para el Sistema informativo, Internet no es controlable, y ni al poder político, ni al económico, ni al informativo, le gusta algo que no controle.

Como prueba de buena voluntad, el Congreso volvió a no invitar a los medios digitales independientes y volvió a premiar a los periodistas de ediciones digitales de medios tradicionales. No son fundamentalistas, son serbios, y les va la cosa del exterminio mediante el silencio. Al más puro estilo de la casa, de la casa Polanco.

                                                                              Eulogio López