Mi buen amigo Manuel Morillo me envía la siguiente historia (me encantan porque estos híbridos de narración y oración provocan feroces reconcomios entre la progresía. No sólo les cabrean, sino que les irritan):

Estando en el cielo la Santísima Trinidad, en fecundo diálogo de Amor, el Padre notó una cierta melancolía en el rostro del Hijo amado. Siendo así, le preguntó:
-  Hijo mío, no cabe ese humano sentimiento aquí, lugar de plenitud y eterna gloria.
-  Padre -contestó el Hijo-, recordaba a mis buenos amigos en la tierra, Pedro, Juan y Santiago...
-  ¡Hijo! Aquí están en nosotros, con nosotros, testigos tuyos fueron, columnas que rubricaron con su sangre el Amor a ti debido.
-  Sí, Padre, mas si a Pedro le otorgamos el Primado y a Juan le dimos a mi Santísima Madre, nada hemos dado al bueno de Santiago, primero de entre ellos mártir".
-  "¿Nada, Hijo? ¿No le hemos dado nada? Hijo Amado y querido en quien me gozo... ¡A Santiago le hemos dado ESPAÑA!"

Un cínico, por ejemplo yo mismo, aseguraría que la solución es injusta de raíz. En efecto, pobre Santiago: le cayó en suerte o encima- nada menos que España. Al primer apóstol mártir le podía haber tocado una parte mejor, y no un país de desgraciados que hacen mangas y capirotes de su predicación, hasta el punto de que tuvo que recibir el aliento de la Madre de Dios, aún no asunta al Cielo.

Por de pronto, sus pupilos, los españoles, le hemos quitado del calendario laboral y hemos reducido su patronazgo: el sábado 25 de julio, los diarios españoles ya hablan del Día de Galicia, con lo que nos encontraríamos ante una herencia, no sólo difícil, sino recortada al noroeste.

La verdad es que me encantan los días laborales de precepto, las fiestas religiosas que no civiles. San José y Santiago Apóstol constituyen dos buenos ejemplos. Simplemente, implican esfuerzo, y no se valora aquello que se nos otorga gratis.

Siempre recordaré el día de la Ascensión, que el pasado año 2008 coincidía con el jueves 1 de mayo y que me pilló en Nueva York. Como día laborable que era, las iglesias católicas de la gran manzana habían programado eucaristías antes de entrar a trabajar (desde las 7,00 AM) y eucaristías después de la salida del trabajo (5,00 PM). Naturalmente, los templos estaban abarrotados. Cuando ir a misa cuesta esfuerzo, la gente valora la misa. Los humanos somos así.

La segunda línea de devaluación de  a fiesta jacobina es el concepto de Santiago Matamoros. Como el cretinismo cultural oficial español se ha fijado como objetivo desdibujar la grandiosa obra de la Reconquista, en pleno periodo de Alianza de Civilizaciones, lo de Santiago Matamoros no queda muy bien. La verdad es que gracias a que los españoles detuvimos al Islam en la puerta oeste del continente, Europa es hoy cristiana, es decir, libre.

Y como el mariachi cultural zapateril se arrodilla ante un Islam que, desde su feudo marroquí hasta los ayatollás y Ben Laden siempre ha odiado a España, se hace realidad este vídeo, duro peor real:

 http://www.youtube.com/watch?v=_647rlEQEcI.  

Sí, el Islam es una triste caricatura del Cristianismo, en la que el hombre no puede llamar a Dios otra cosa que creador todopoderoso pero jamás padre. Esa falta de confianza entre creador y criatura choca frontalmente con el jacobino, quien reclamaba a Cristo sentarse a su derecha en su Reino, y que, cabezón engreído dos razones para otorgarle el padrinazgo de los españoles-aseguraba estar dispuesto a pagar el precio z necesario para obtener tal honor.

Sí Santiago el mayor es arquetipo de España y de la confianza cristiana en la misericordia divina. Podemos renegar  de él, pero eso sólo es renegar de nosotros mismos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com