Entrevista con Cristina López Schlichting en el último número del semanario Alba. Preguntada por el nombramiento de Alfonso Coronel de Palma como presidente de la Cadena COPE, responde Cristina:

Creo que el nombramiento de Coronel de Palma refleja un deseo de la Conferencia Episcopal Española de que los medios de comunicación católicos respondan cada vez más a los idearios que los definen, y que la antropología cristiana que está en la Doctrina Social desempeñe un pase definitivo a la hora de juzgar las cuestiones. Pero como una parte muy importante de esta Doctrina Social se afirma en la libertad y reivindica la libertad de las personas, siempre ocurrirá en las radios católicas que serán más plurales en su composición que las de la competencia. La competencia siempre responde a esquemas empresariales donde una persona manda y los comunicadores tienen que decir algo que la persona que manda considera fundamental que se diga, y que los intereses de esa persona se pongan de manifiesto. En cambio, la libertad de la Iglesia permite, por ejemplo, en el caso de COPE, que haya un agnóstico en la mañana, una católica en la tarde un protestante en la noche.

¿A que resulta grandioso el eclesial pluralismo?

De las palabras de Cristina podemos deducir varias cosas. La primera, que con don Bernardo Herráez, que era más cura y menos laico que don Alfonso, -señora y cinco hijos en su haber- los obispos pensaban que el tal ideario definitorio de la COPE era más famoso por su inoperancia que por su presencia. Tomamos nota de la sublime paradoja, Cristina.

Luego viene lo de la antropología cristiana, concepto contundente, que ha sustituido a otro igualmente digno, como es el del humanismo cristiano. La relevancia de ambos términos y de todo lo que comportan es innegable. Sin embargo, tiene un problema menor, pero muy puñetero : sirven para un roto y para un descosido. Antropología o humanismo cristianos lo dicen todo pero no comprometen a nada. En ellos cabe Federico Jiménez y Pedro J., pero también Janli Cebrián o Gaspar Llamazares (éste último, muy especialmente, en lo de doctrina social). Zapatero, también, aunque con calzador.

Con todo, lo anterior no tiene especial importancia. Son cosas que se dicen a un micrófono, en el artificial formato de la entrevista periodística, o entrevista en diferido. Lo que viene a continuación tiene mucha más enjundia. Dice Cristina que en los medios, digamos normales, no hay libertad, mientras que en las radios católicas sí. Pero no la libertad de prensa, no, sino la libertad cristiana, la libertad de los hijos de Dios, si ustedes me entienden.

Y ambas afirmaciones son ciertas. En efecto, en los medios normales se hace lo que dice el editor, que, como bien saben los periodistas de PRISA; por ejemplo, pueden cambiar con el tiempo, según los intereses del jefe, pero, miren por donde, en los medios normales todo el mundo sabe qué es lo que debe decir y qué es lo que debe guardar para su intimidad. Y también es cierto que en los medios católicos, viene a mis mientes la Cadena COPE, resulta que se abre el día con un agnóstico, se oscurece con una católica y se cierra con un protestante (muy liberal, ¿eh?).

Esto es, Cristina nos habla de pluralismo interno, cuando, hasta el momento, todos habíamos pensando que lo del pluralismo democrático era externo. O sea, todos creíamos que pluralismo consiste en que haya medios católicos, y socialistas, progresistas, y conservadores, comunistas, y fascistas, monárquicos y republicanos, taurinos y antitaurinos, del PSOE y del PP, del Madrid y del Barça, incluso medios que no pensaran nada en absoluto (mentira, no existen tantos). Todos ellos concurrían en el mercado de la libertad de expresión y trataban de captar lectores sin engañar a nadie. Es decir, dejando claro desde que perspectiva cuentan lo que ocurre. Un pluralismo en libertad, porque cada lector, cada oyente o cada espectador, elige libremente lo que ve, oye o lee. Nadie le obliga a escuchar la COPE si lo que quiere es escuchar la SER, o viceversa.

Pero resulta que no, que el pluralismo consiste en que, en el interior de cada medio, haya de todo, como en la casa de los líos. Bueno, para ser exactos, no en el interior de cada medio, sino sólo en el interior de los medios católicos, que son permítanme la licencia literaria- los más gilipollas. Y todo ello, en nombre de la libertad cristiana. Bueno, y por la cosa antropológica.

Aplicado al fútbol, el novedoso concepto de pluralismo interno daría lugar a conclusiones espléndidas. Sería cuestión de explicarle a Ronaldinho que en la mayoría de los partidos estamos dispuestos, ciertamente, a aceptar que sí, que sólo meta goles para el Barça y ponga todo su empeño en conseguir triunfos culés, aportando la endeble excusa de que es el club que paga sus honorarios. Pero hombre, un mínimo de pluralismo, libre y antropológico, exige que, de vez en cuando por ejemplo en la franja matutina- se dé media vuelta y le endiñe un chirimbolo a Víctor Valdés por toda la escuadra, para que pueda ser apuntado en el casillero del Real Madrid. No digo siempre, pero, al menos, de vez en cuando, porque lo de este chico evoluciona hacia el puro fundamentalismo azulgrana.

El pluralismo interno no es más que un atentado contra la coherencia. No son los obispos quienes tienen que plantearse si un agnóstico y un protestante deben ser las estrellas en una radio confesional católica. Son el agnóstico y el protestante los que tienen que psicoanalizarse, no vaya ser que estén incurriendo en incoherencia manifiesta y que, en aras del pluralismo católico, estén engañando a su audiencia, que cree escuchar un mensaje cristiano cuando lo que escucha es otra cosa. O don Fede y don César se mienten a sí mismos o mienten a sus oyentes. A quien seguro que están mintiendo, no lo duden, es a los propietarios.

De todas formas, sorpréndeme y asómbrame que el fraude del pluralismo interno sólo se les ocurra a los católicos. El resto de la humanidad tiene muy claro lo que es el pluralismo y lo que es la libertad de expresión, de prensa y hasta de radio. Si lo pensamos bien, esta es otra muestra palpable de la divinidad de la Iglesia, y de que el Espíritu Santo vela por ella de continuo. De otra forma, con estos planteamientos, hace tiempo que sería una figura de la historia en lugar de una realidad capaz de sobrevivir a todos sus enemigos. A la Iglesia, y lo dijo Pío VII no se la han podido cargar ni los católicos ni Federico y Cesarón, un binomio al alimón.

Eulogio López