La verdad es que el presidente de Endesa, Manuel Pizarro, nunca ha sido muy partidario de las consultoras. No porque resulten caras, sino porque se entrometen en la gestión diaria y confunden bastante al equipo directivo. Pero, en esta ocasión, no se ha librado de McKinsey (que facturaba unos 240.000 euros al mes a la compañía eléctrica) por manía anti-asesora, sino porque la consultora de moda ha fichado también por Iberdrola para todo lo referente al Protocolo de Kyoto. Ni que decir tiene que Iberdrola les fichó con la sola intención de fastidiar a Endesa y apoyándose en su particular teoría sobre las murallas chinas: según McKinsey, una consultora puede trabajar para dos empresas del mismo sector, siempre que lo haga en materias diversas. Así, puede trabajar para Endesa proponiendo organigramas de gestión, expansión internacional, valoraciones bursátiles, etc., y, al mismo tiempo, hacerlo para Iberdrola en lo que respecta a la emisión de gases contaminantes. Sólo que el amigo Pizarro no está muy por la labor.

En Endesa dicen que ha sido el propio consejero delegado, Rafael Miranda, quien ha tomado la decisión, harto de lo que califica de posturas ecológicamente radicales de Iberdrola. Y este argumento es atendible, dado que fue Rafael Miranda quien fichó al ex McKinsey Carlos Torres Vila, como responsable de Planificación.