En febrero de 1997, la Agencia para el control de los Alimentos y Medicinas (FDA) de Estados Unidos, hizo público su amparo a la llamada píldora del día después.

Se implora con asiduidad la libertad como derecho fundamental de los mortales para hacer lo que anhelen. Libertad sin responsabilidad, como decía Viktor Frankl, que demandaba a los estadounidenses "que la Estatua de la Libertad en la costa Este de los Estados Unidos se coronara con la Estatua de la Responsabilidad en la costa Oeste".

Por otra parte, el Comité de Ética italiano reconoció el derecho de los facultativos a la objeción de conciencia frente a la prescripción de la píldora asesina. En el mismo país, otro experto en bioética, Francesco DAgostino, ha mantenido que, como el médico no tiene obligación legal de recetar tratamientos que no juzgue ineludibles o ventajosos para los afectados, puede haber objeción de ciencia, antes que de conciencia, a la píldora del día siguiente.

Algunos medios de comunicación italianos han protestado por el caso de dos adolescentes pisanas a las que les fue vedada, por los facultativos, la píldora del día siguiente. En una crónica divulgada por el rotativo Avvenire, Francesco DAgostino, catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad Tor Vergata (Roma) y presidente del Comité Nacional de Bioética italiano, asevera que la píldora del día siguiente no es un medicamento puesto libremente a la venta por la simple petición del aquejado. Es preciso que un facultativo la recete. 

La American Life League, unida con la Pro Life Wisconsin y Pharmacists for Life Internacional Associate Groups, convocan a todos los mortales pro vida de los Estados Unidos, para protestar por la aprobación de la pastilla criminal que asesina a criaturas inocentes e indefensas.

También en estos meses se revive el aniversario de la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos sobre el proceso Griswold de Connecticut.  Esta fue la primera de las numerosas sentencias que aceptaron la cultura de la muerte, en la que estamos inmersos.

Clemente Ferrer 

clementeferrer@yahoo.es