¿Pero no nos están vendiendo desde Wall Street que los bancos norteamericanos ya estaban, no sólo fuera de peligro, sino que, incluso, ya empezaban a devolver las ayudas recibidas?

Pues resulta que no. Resulta que cuando veíamos la luz al extremo del túnel, cuando Barack Obama blasonaba de que sus ayudas públicas habían creado 600.000 puestos de trabajo, a la financiera de pymes CIT se le ocurre presentar una quiebra, la quinta más importante del país, después, nada menos, que de Lehman Brothers, Washington Mutual, WorldCom y General Motors. No sería la quinta claro está, si contáramos la compañía que Barack Obama, siguiendo los pasos del denostado George Bush, salvó del desastre con dinero público, como las hipotecarias Freddie Mac y Fannie Mae o la aseguradora American International Group (AIG).

Insisto: comer, rascar y sanear, todo es empezar. Se dejó caer a Lehman Brothers y esa fue la única medida acertada. El capitalismo financiero no caerá hasta que la banca pueda quebrar, exactamente como cualquier otra empresa, cuando los intermediarios financieros dejen de chantajearnos con nuestros ahorros.

El esquema es el siguiente: si un banco está quebrado que quiebre, el Estado sólo debe responder del dinero de los ahorradores, no de los inversores, y hasta un límite dado, el que necesita una familia para salir adelante. Los 100.000 euros del Gobierno español son límite más que suficiente.

¿Y ayudas bancarias para evitar el concurso de acreedores? Ninguna. Nadie pide que se ayude al panadero que cierra su tahona; no sé por qué hay que ayudar a un banquero o, una financiera, una caja, una sociedad de crédito hipotecario, un fondo de inversión, un fondo de pensiones o una casa de bolsa sólo porque trabajan con el dinero de los demás. Precisamente por eso debían ser más cuidadosos.

Y como no hemos hecho esto hemos salido de la crisis por la puerta falsa. Y habrá más CIT, y habrá más crisis.

La historia de la economía moderna resultaría más inteligible si comprobáramos cuántos políticos progresistas, que también trabajan con dinero de los demás, de los  contribuyentes, han terminado trabajando en el sistema financiero o en los reguladores públicos o parapúblicos del sistema financiero.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com