Insistimos, en Hispanidad no nos preocupa el rigor, nos preocupa la verdad. Que no es lo mismo. El rigor mira la forma, a la carcasa técnica, la verdad mira hacia el fondo, a la esencia de los acontecimientos.

El actual e imparable proceso de consolidación de la prensa digital y el proceso paralelo de la muerte de la prensa vegetal, sigue siendo el mismo. Se exige del periodista rigor. Mejor sería que se le exigiera la verdad -condición objetiva y conseguible- y la rectitud de intención -condición subjetiva pero de la misma relevancia-.

Un ejemplo, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, portavoz del Gobierno y adicta a las relaciones con los señores de la prensa, es tan rigurosa como mentirosa, técnicamente muy cualificada pero superficial. Jamás va a la esencia de las cosas. Su objetivo, como de otros tantos rigurosos y rigurosas puede resumirse así: que no me cojan en un renuncio. Y no suelen cogerles, claro está, pero al bien común sólo le sirve con la verdad.

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