Titula El Mundo: Salgado pide ayuda a los que Blanco llama especuladores. Pues mira Pedro José, resulta que esta vez don Pepiño tenía toda la razón: son especuladores.

Y Elena Salgado, en efecto, le está pidiendo a los especuladores que no vendan todo el activo español. Ciertamente: es el chantaje habitual de los mercados financieros, chantaje que defiende el diario de Pedro José porque no sabe distinguir entre liberalismo y capitalismo, especialmente si este segundo es capitalismo financiero.

Si Salgado y su segundo, el secretario de Economía, José Manuel Campa, se ven obligados a lisonjear a los analistas de la City londinense es porque la principal función de estos intermediarios consiste en especular y lo que caracteriza su quehacer es la extorsión a particulares, empresas y gobiernos. ¿Por qué creen que los gobiernos anglosajones, caso de los ejecutivos norteamericanos, británico o alemán, se han lanzado a apoyar a la banca especulativa? Porque los intermediarios financieros les chantajeaban a la guisa de la parodia de La Última Risa (escuchen las últimas palabras): recuerden que no somos nosotros los que sufriremos, será tu fondo de pensiones. De esta forma, George Bush y Barack Obama se precipitaron a salvar las firmas especuladoras y chantajistas... con dinero público. Sarah Palin, entonces candidata republicana a la vicepresidencia, fue la primera en darse cuenta de la estafa. En cuanto comenzó la crisis, advirtió: Los norteamericanos tenemos que levantarnos cada mañana con el firme propósito de que no nos chantajeen con nuestros ahorros.

Sí, Pedro José: las bolsas están pobladas y comandadas por especuladores chantajistas.

Luego está lo de la conspiración, de la que la prensa y las radios de derechas han hecho tantas gracietas durante la mañana del martes 9. No creo en las conspiraciones sino en los consensos, que resultan más dañinos, pero, en efecto, hay una visión interesada y perversa de la economía española por parte, no de los medios informativos, sino de uno en particular: Financial Times y The Economist (que son lo mismo).

Dicho esto, hay que recordar que los anglosajones, tan encomiables en otros puntos, sufren una irrefrenable tendencia a acusar al adversario  paranoico, lo que constituye uno de sus insultos políticos predilectos... y muy interesados.

Regreso a Sarah Palin: mientras sus colaboradores masacraban a su familia, aseguraban que su hijo retrasado era su nieto, la acusaban de ladrona, estafadora y de estar casada con un libertino aprovechado, Barack Obama salía a la palestra para asegurar que Sarah Palin estaba paranoica.

¿Hay un ataque del Gobierno Brown y de Financial Times contra España? Por supuesto. ¿Hay un ataque especulativo contra valores españoles? Por supuesto que sí, De otra forma que les pregunten a Popular, Bankinter, Sabadell o Pastor sobre los cortos que sufren cada día.

Sí, los especuladores se ensañan con la banca española precisamente porque los bancos españoles especulan poco en comparación con los suizos, norteamericanos, ingleses o alemanes. El pecado español no es la especulación sino el apalancamiento, o sobre-endeudamiento, si ustedes lo prefieren. Esa es la herida que nos hace sufrir, pero nosotros -y esto demuestra que hasta ZP puede tener razón-: el Gobierno español todavía no ha dado un euro de los ciudadanos para fortalecer sus bancos (el caso CCM se ha pagado con dinero del FGD).

Dicho esto, en lo que el amigo Pepiño sí se volvió paranoico es al hablar de una campaña para demonizar al presidente del Gobierno. Una campaña en este caso no internacional sino patriótica. No es verdad: a ZP nadie le llama demonio, se le llama tonto, incapaz, negligente, incluso gafe. También se le llama rencoroso, siniestro, vengativo, peligroso, sectario, pero no demonio. Ese es un grado mucho más levado.

Eulogio López

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