El problema de la deuda no está en los controladores

 

El ministro de Fomento, José Blanco, insiste en recortar el sueldo de los controladores. Su estrategia ha consistido en enfrentarlos con la opinión pública que afirma que cobran demasiado. ¿Y ahora? Ahora toca ejecutar. Y eso es más difícil. Por una parte, remite a AENA para la fecha de la firma del nuevo convenio. Aunque de vez en vez asume la responsabilidad y fija una fecha. Lo ha hecho este martes fechando en febrero el tope para la firma del nuevo convenio.
En realidad, la actuación es más sencilla. Elimine las horas extraordinarias establecidas de manera estructural, contrate a más controladores españoles o europeos (que para eso está Shengen) y los salarios bajarán sustancialmente. No así los costes.
En todo caso, siendo verdad que los costes de los controladores son muy superiores a los países de nuestro entorno, nuestro problema de navegación aérea es otro. En primer lugar las inversiones realizadas en los dos grandes aeropuertos: T4 y ampliación de El Prat de Barcelona. Probablemente inversiones necesarias aunque generen deuda. Segundo: multiplicación de aeropuertos que no tienen volumen suficiente para su amortización. ¿Tiene sentido que haya un aeropuerto en cada pueblo teniendo en cuenta la multiplicación del AVE? Aquí está la madre del cordero. Se venderá como cohesión territorial, pero asumamos que esa cohesión nos sale por un pico. Tercero: problemas de gestión. No sólo con los controladores, sino en general. AENA es un organismo descontrolado, que acumula poder y presupuesto sin someterse a las normas de eficiencia. Y esta es una responsabilidad del ministro. Estas son las patas de la reforma pendiente. Y los controladores no dejan de ser una anécdota.