Hay demasiadas empresas en el sector. Asegura que nuestras constructoras son muy buenas pero la obra civil se reduce y, o se fusionan, o se reconvierten. Alemany (Abertis) y Falcones no lo ven. Lo cierto es que las seis grandes del sector tienen dueño, y nadie quiere ceder la propiedad. La clave puede estar en Sacyr

El ministro de Fomento del Gobierno Zapatero, José Blanco es agresivo, muy agresivo. Y muy sectario, el enemigo es todo mal sin mezcla de bien alguno, al revés que el correligionario, que no son todos los compañeros socialistas sino los amigos de ZP.

Y muy, muy agresivo. Siempre en guardia, con el espíritu que recuerda a Alfonso Guerra, especialista en humillar al periodista que pregunta. Algo muy sencillo, claro porque el que posee la información, las respuestas, es el entrevistado, no el entrevistador, además del peso de la púrpura. Y todo ello sin extendernos en utilización espuria de ser quien, como entrevistado, dice la última palabra. Su frase favorita es: Me gusta escuchar a la gente pero reflexionando. Naturalmente, es Pepiño quien decide quién reflexiona y quién desvaría.

En cualquier caso, a preguntas de Hispanidad, Blanco anima un proceso de concentración entre las empresas de infraestructuras españolas. Por concretar: ACS, Acciona, Ferrovial, OHL, Sacyr y FCC, a la que habría que añadir Abertis, participada por ACS pero donde manda La Caixa.

Asegura Blanco que las constructoras españolas son muy buenas, y que dirigen consorcios para construir alta velocidad ferroviaria en el extranjero pero que la reducción de la obra civil a la que está abocada toda Europa, así que las empresas están abocadas a un reajuste. Pero todavía hay otras palabras más directas de Blanco: Hay demasiadas empresas en el sector. Es la frase clave.

De inmediato, los constructores presentes en Santander reaccionaron. En cuanto se hubo marchado el ministro, Salvador Alemany, el brillante presidente de Abertis y del Círculo de Economía Catalán, aventuró que el ministro probablemente se referiría a UTES. Baldomero Flacones también desvió el balón a la banda. ¿Cuál es el problema? Pues que las precitadas grandes constructoras españolas tienen dueños muy definidos, accionistas de referencia, muy claros, generalmente familiares. Por tanto, nadie está dispuesto a no mandar.

Pero el Gobierno aprieta, y el Gobierno tiene mucho poder a la hora de forzar cambios corporativos.

La espita podría ser Sacyr, una empresa donde el Consejo controla más del 50% del capital y donde existen al menos cuatro accionistas de referencia. Luis del Rivero, José Ignacio Loureda, Juan Abelló y Demetrio Carceller. En una fusionada, seguirían manteniendo buena parte del poder.

El Gobierno aprieta, pero nadie quiere ceder el poder. En cualquier caso, estamos hablando de la reconversión de uno de los sectores clave de la economía española. ¿Preciosa fusiones? No, pero comer rascar y fusionar todo es empezar.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com