No, los dos curas de Cajasur no metieron la mano en la caja (nunca mejor dicho, que de cajas de ahorros hablamos). Fernando Cruz-Conde y Santiago Gómez Sierra no robaron dinero de los clientes ni se pusieron sueldos multimillonarios a su costa. Eso sí, eran dos curas, que de finanzas sabían poco, como tampoco sabían de las cabronadas que el Nuevo Orden Cultural (NOC), y la conjura -una verdadera conjura criminal de Basilea, sí, conjura entre la clase política y la clase bancaria- les tenía preparadas a esas organizaciones tan anticuadas llamadas cajas de ahorros.

Y así, el Banco de España no les culpa de robar sino de no haber aplicado con diligencia las normas de un sistema perverso: el del Banco de España, lacayo del Banco Central Europeo y de la Reserva Federal, como estos lo son del Banco Internacional de Pagos de Basilea (BIS).

Lo que nos conduce a lo de siempre: los curas no deben meterse a banqueros, como no deben meterse a editores ni a empresarios. Sí pueden, y deben, tener una entidad de ahorros -creo que un banco no- pues las cajas nacieron sin ánimo de lucro y para luchar contra la usura y permitir el acceso al crédito y a la pequeña propiedad a cualquier impecune.

El sector ahorro constituyó la mejor aportación española, obra de la Iglesia católica y de las Administraciones locales, a la economía financiera. La Iglesia puede crear entes empresariales y financieros pero debe delegar su desarrollo en laicos, católicos de corazón y profesionales de calidad. Se necesitan ambas condiciones.

Además, los dos curas cordobeses no son multados por ladrones, aunque la mayoría de los lectores de la noticia así lo entiendan y algunos se regocijen con ello. Sobre todo si se quedan en el titular (no muchos, un 99% del total). Insisto, no cumplieron con su deber de cajeros, probablemente porque estaban administrando sacramentos, una función mucho más relevante que la de vigilar la mora de las hipotecas. Otra vez: no debieron dirigir Cajasur, sino dejar esa tarea en manos de laicos de confianza (he dicho de confianza). Pero no son unos ladrones.

A todo esto, ¿en qué consiste la Conjura Basilea Pues en la alianza perversa de políticos y banqueros contra la humanidad. Los políticos han creado un sistema -el mismo que ha hundido a las cajas de ahorros- que solo admite bancos-monstruo, enormes en tamaño e ingobernables. Esos bancos-monstruo se caracterizan por absorber enormes capitales, a los que no podían acudir las cajas de ahorros… porque no tenían capital.

¿Y por qué los políticos quieren bancos grandes Primero, porque no se puede pactar con 10.000 bancos pero sí con 10. Segundo, porque son tan grandes que pueden absorber toda la deuda que emiten sin control nuestros queridos gobiernos, uno de los factores determinantes de la actual crisis económica permanente y global. ¿Y a cambio, qué reciben los banqueros En periodos de bonanzas rentabilidad asegurada por la ley y el máximo poder para el resto de actividades. ¿Y si todo se va al agrete Pues entonces esos mismos políticos acuden a salvar a los bancos en crisis… que es lo que ha ocurrido en todo el mundo desde hace mucho, mucho tiempo. Por ejemplo, desde que empezara la actual crisis (permanente y global, como creo haber dicho antes).

En ese esquema global, esto es, en esa Conjura Basilea, las cajas de ahorros molestaban y sobraban. Eran pequeñas, eran locales, no tenían ánimo de lucro y no jugaban a las grandes capitales porque no tenían capital.

Pero para acabar con algo que ha cubierto una gran labor social durante siglos,  primero hay que fusilar a los cajeros, presentarles como unos sinvergüenzas aprovechados que han robado al pueblo: las cajas nos han robado.

¡Hay que ser bobos! Los que nos están robando desde hace lustros son los gobiernos más dignos del planeta y los bancos más elegantes del globo. Las cajas de ahorros eran nuestra defensa frente a Basilea y las estamos convirtiendo en cabeza de turco para facilitar el imperio de un oligopolio bancario, en alianza con una izquierda y una derecha que coinciden en su progre-capitalismo.

Enhorabuena, queridos idiotas: era lo que pretendían los conjurados. Querían denigrar la barrera que se oponía a su afán por controlar las propiedades de todo el planeta, sometidas todas a usufructo de deuda bancaria y al dominio de los rentistas sobre los trabajadores. Si lo prefieren, de los mercados financieros sobre la economía real. Y gracias a vuestros gritos, lo han conseguido.

Posdata: sí ya sé que en la caída de las cajas contribuyeron algunos directivos cajeros, que sí, que eran ladrones. Pero que conste que lo único que pretendían era imitar a sus hermanos mayores, los banqueros. No soportaban cobrar diez veces menos. Pero ninguna de las creaciones del cristianismo, y las cajas lo eran, han caído sin traición interna. Eso no resta culpabilidad al atacante externo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com