Toda la sociedad mediática española se ha felicitado por la decisión del Tribunal Supremo norteamericano de suprimir la pena de muerte para asesinos menores de 18 años. Ningún canal de televisión, tampoco El País, ha dejado de adjetivar la información: un paso adelante. Y en efecto, hay que felicitarse. Cuanto más se suprima la pena de muerte en el mundo, mejor. Quien no puede dar la vida no debe apresurase a otorgar la muerte.

Pero sigue sorprendiendo que esto sea calificado como una buena noticia, mientras esos mismos medios se felicitan por el éxito de Amenábar en Hollywood, en una película que vende justo lo contrario, la muerte. La hipocresía y el cinismo de los medios españoles, empeñados en aplaudir y ampliar el aborto y la manipulación de embriones, mientras se congratulan por la decisión del Tribunal Supremo, es hipocresía de enciclopedia. Al parecer, matar al culpable no es progresista, pero matar al inocente sí.

Por lo demás, hay que recordar que tras su victoria electoral del pasado mes de noviembre, George Bush ha dado marcha atrás en la lucha por la vida. Ya no lucha por prohibir el aborto (es decir, por defender la vida), sólo por convencer a la mayoría de que el aborto implica la supresión de una persona. Camino largo, y además impropio de un político. Es la primera gran cesión de Bush ante el Nuevo Orden Mundial, precisamente cuando ya no puede repetir como presidente.