Sr. Director:
Que a las niñas les gusten las muñecas y a los niños los coches, y que las enfermeras sean mujeres y los mecánicos hombres es cuestión de educación.

 

Así lo plantea la Federación de Enseñanza de UGT, -que a falta de tener que manifestarse por tanto paro, por ejemplo-, ha editado 42.000 guías y va a organizar talleres para los alumnos de Primaria y Secundaria con el objeto de fomentar la igualdad entre niños y niñas y prevenir la violencia de género.

Por todo ello, Igual-da propone vetar cuentos sexistas como Blancanieves, La Bella Durmiente o La Cenicienta porque "suelen estar llenos de estereotipos", pues "casi todas las historias colocan a las mujeres y a las niñas en una situación pasiva en la que el protagonista, generalmente masculino, tiene que realizar diversas actividades para salvarla" y ¡hasta ahí podíamos llegar!

El feminismo, de entrada criminaliza al hombre y después, si puede, que demuestre que es inocente. Nada más lejos que el feminismo de la razón, el que parte de unos ideales universales con la idea de evitar cualquier discriminación por motivos de sexo y que reivindica una igualdad efectiva entre todos los ciudadanos. Este feminismo ha suplantado los ideales del feminismo clásico basados en la emancipación por otro basado en la moral del resentimiento.

En Andalucía, donde los socialistas llevan 30 años gobernando, la Administración debe dejar de mirar a quién echar la culpa de todo lo que no se adapta a sus gustos e idearios y asumir su culpabilidad y responsabilidad en discriminaciones, ignorancias y diferencias de trato, también en materia sexual. ¿O es que en 30 años no les ha dado tiempo de mejorar esto?

Están ustedes errando el tiro porque apuntan hacia fuera, cuando el blanco lo tienen ustedes en su propio domicilio.

Y hablando de tiros. La cosa puede ir a más. Puede que a algún juez visionario le organice un juicio póstumo a Charlton Heston (antiguo presidente de la Asociación del rifle en EEUU) como corresponsable de la muerte de la madre de Bambi a manos de un horrible cazador.

¡Y yo que creía que las malas eran las brujas!

Viky Blasco López