El ministro italiano de Trabajo y Asuntos Sociales, Roberto Maroni, considera que el euro es el responsable del fracaso económico de Europa, un continente que no crece al ritmo debido, que no logra salir del marasmo económico. Recordemos que Eurolandia crece al 1% mientras el mundo lo hace al 5%. La verdad es que el euro no es el responsable del bajo crecimiento económico. El euro ha proporcionado tranquilidad monetaria (España, por ejemplo, con su balanza comercial en permanente déficit, ha evitado las famosas devaluaciones) pero ha sido una tomadura de pelo : con el euro, los precios se han disparado.

Pero casualmente, la bomba de Maroni es política, no económica. Lo único que ha conseguido la Unión Europea en 50 años han sido tres cosas: alejar la posibilidad de guerras en el continente (lo mejor), declarar la más espantosa política de subvenciones agrarias, la famosa PAC, un verdadero misil en las posibilidades de regeneración de los países pobres (lo peor), y el euro, con sus mencionados aspectos positivos y negativos, todo a un tiempo.

Porque si Italia volviera a la lira, el euro, simplemente quedaría fuera de combate. Y, de paso, el proyecto europeo, entonces sí, entraría en zona de letargo.

Pero lo del infiel Maroni no es sino la punta del iceberg. Es lógico que, cuando toda la clase política Europa desoye la voz del pueblo, se abran las puertas a cualquier cosa. Como si no fuera con ellos, todos los eurócratas han decidido que la decisión de franceses y holandeses no sirve para nada. Incluso el muy europeísta diario El País -el que mejor refleja la nueva clase dominante en Europa, los mencionados eurócratas, la última perla de la progresía continental- se ha quedado en las mismas fronteras del despotismo ilustrado dieciochesco : el editorial del periódico de Polanco (jueves 2 de junio) considera que la gente no estaba preparada para votar acerca de la Constitución. De ahí al todo por le pueblo pero sin el pueblo sólo hay un paso.

Imponer una constitución por vía parlamentaria es, simplemente, involución democrática ¿Habría aceptado El País que no se hubiera consultado al pueblo en diciembre de 1978 y que la Constitución española actualmente vigente hubiera sido aprobada por las cortes Constituyentes (por cierto, un parlamento ya elegido democráticamente en las urnas)? Naturalmente que no : habría exigido un referéndum de todos los afectados por la Carta Magna de la misma forma que la única manera de salir ahora del desastre europeo consiste en elaborar una nueva constitución que sea votada por todos los ciudadanos de los 25 países miembros de la Unión.

En Europa existe un verdadero peligro de involución democrática. El divorcio entre los burócratas, es decir, entre la clase política, dominada por los progresistas relativistas, y la población no parece tener vuela atrás.

Eulogio López