Sr. Director:
Cada vez sigo menos las campañas electorales, tengo la sensación que solo sirven para justificar unos gastos, echo a faltar aquellas campañas de finales de los 70, pero desde que el PSOE llego al poder en los 80 se acabaron.

 

Nunca he entendido por qué una campaña es un terreno abonado para los excesos dialécticos. Hay una descarada impunidad a la hora de arremeter contra el adversario o hacer las promesas más peregrinas a sabiendas de que no se van a cumplir. No importa.

Por lo visto, al menos así parece que piensan los promotores, los electores somos algo bobalicones y compramos cualquier tipo de mercancía. Se han convertido en un mero trámite para ocupar espacio en los medios de comunicación y animar a los militantes y simpatizantes de los partidos. No importa el fondo sino la forma y el titular. El marketing se ha adueñado de la organización de los actos y la política se ha convertido en un producto comercial.

Es una lástima que se dediquen tantos medios para tampoco nivel, algunas de las afirmaciones de ciertos miembros del Gobierno parecen un insulto al electorado que se considera mínimamente informado.

José Morales Martín