Si ETA deja de matar, a Zapatero no le mueve nadie de La Moncloa en ocho años por lo menos. El hombre que llegó al poder por una siniestra carambola puede tomar posesión del mismo, en propiedad exclusiva. Definitivamente, el Partido Popular se habrá quedado aislado y los nacionalistas, tanto vascos como catalanes y gallegos, y hasta la Chunta de Labordeta, no querrán prescindir de un personaje como ZP, maleable, y que aplica, por establecer un parangón, la misma técnica de Alberto Ruiz Gallardón con Telemadrid, en su época de presidente de la comunidad autónoma: podéis meteros con mi partido, podéis apostar por la izquierda, pero nunca os metáis conmigo.

El martes 21 Zapatero lograba el gran pacto con los nacionalistas catalanes con la aprobación en Comisión parlamentaria del nuevo Estatut y ahora con la tregua, que puede dar lugar a unas concesiones absolutamente vergonzosas pero que quedarán oscurecidas por el hecho de que no hay más asesinatos. Además, como ha recordado la Conferencia Episcopal Española, ETA no tenía que haber anunciado una tregua sino su disolución.

Al fondo revolotea el concepto de autodeterminación. Ahora bien, aquí Zapatero juega con la confusión propia del caso : ¿En un referéndum sobre autodeterminación o sobre el Estatut, o sobre el Plan Ibarretxe- es decir, sobre las relaciones de España con una de sus partes... debe votar la parte o el todo? ¿Deben votar los catalanes, o los vascos, o todos los españoles?

Por otra parte, ¿es justo ese tipo de negociación? El ministro de Defensa, José Bono, al que el Partido Socialista utiliza como coartada para la dignidad, ha recordado que una tregua permanente no convierte a estos asesinados en santos. Pero no nos engañemos. Bono hará lo que le diga Zapatero, su posibilidad desde plantear una alternativa al Presidente es cada vez menor.

No, estamos en la justicia, no en la estrategia política. Pues bien, aquí hay que recordar la vieja frase de Juan Pablo II, que resume como nadie la situación. No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón. Se puede y se debe perdonar a los etarras, pero para eso sólo se necesita una cosa: que ETA pida perdón por sus crímenes. Del comunicado de la mañana del miércoles, está claro que los terroristas no tienen la menor intención de hacerlo.

A partir de ahí, puede que la necesidad de alcanzar la paz exija al Gobierno ser generoso a la hora de mitigar el castigo a los culpables, pero eso no permite cambiar los hechos ni convertir lo malo en bueno. Y engañarnos a nosotros mismos puede ayudar a Zapatero a permanecer en La Moncloa, pero no hará justicia.

Maria Jesús González, madre de Irene Villa, y víctima de ETA, lo explicaba con mucha claridad en Popular TV: No nos lo creemos todavía Para que haya paz tienen que dejar de matar, pedir perdón a las víctimas y que los asesinaos sean juzgados. La segunda condición es la más importante de todas. Se puede perdonar a todos, pero si el verdugo no se arrepiente, entonces el perdón sólo alcanza a la víctima que perdona.

Pero la justicia humana no está preparada para aplicar un principio tan claro, que cualquier persona con sentido común acepta. Pero la justicia es ciega, y la política interesada. Zapatero no quiere hacer justicia, quiere la paz formal, a cualquier precio, porque eso será lo que le mantenga en La Moncloa.

Y la administración de justicia no sirve para estos casos. Está desbordada debido a su propia naturaleza. Así, los escasos etarras que han mostrado arrepentimiento por sus actos, o no han recibido apoyo oficial (caso del etarra Soares Gamboa) o han sido asesinados por sus propios compañeros, como ocurrió con Yoyes. Dicho de otro modo : la petición de perdón siempre es individual e intransferible, pero da la impresión de que aquí necesitamos, además, una petición de perdón institucional, es decir, del conjunto de la banda. De otra forma, cualquier adolescente con ganas de llamar la atención, de los muchos que ha formado ETA en la violencia, podría romper con la disciplina de grupo y el terrorismo continuaría.

En cualquier caso, la política nada tiene que ver con la moral. Para la moral, lo importante es que los etarras pidan perdón, nada que ver con el comunicado-vídeo conocido en la mañana del miércoles, realizado con la soberbia y el cretinismo que distingue a la banda criminal.

Eulogio López