Sr. Director:
Cuando una entidad política como El Senado requiere de traductores (intérpretes) para entender los inútiles y lamentables discursos de hombres que en el siglo XXI aportan a la desintegración de España, poco queda por rescatar como vocación hispana entre lenguas de paisanos que ni siquiera pueden comprenderse.

 

No hay duda de que la supresión de una mala institución, que obra en contra de la integridad y dificulta la interpretación cultural española con supinas necedades es necesidad imperiosa para el progreso del mundo español.

Su eliminación sólo traería como consecuencia el desempleo de multiplicidad de inútiles, que se verían obligados a trabajar. El dicho señala: Quién quiera pescar, el culo se ha de mojar y de este modo siempre los pueblos exitosos lograron su mejor porvenir. ¡No precisamente con Senados contraculturales!

Claudio Valdez