Por su interés, publicamos la carta aparecida en El País (20 de febrero de 2006) firmada por Inés González Doncel, presidenta de la Asociación de Forestales de España (PROFOR), catedrática de Dasometría y Ordenación de Montes EUIT Forestal. UPM

La noticia nos ha sorprendido a todos: una única titulación de ingeniero agroforestal con una duración de tres años más un año de prácticas en empresas, en donde introducen tres menciones, ¿a modo de especialidades?: ingeniero agroalimentario, ingeniero agrícola y del medio rural e ingeniero forestal y del medio natural. En definitiva, lo que hoy son siete titulaciones se convierten en una.

Y nos ha sorprendido por dos motivos: porque había un consenso general entre ambos ámbitos profesionales en mantener carreras universitarias independientes y porque difícilmente se podrá formar a ingenieros capaces y preparados para actuar con ingenio y técnica en dos campos tan distintos, cuando no opuestos, como el agrario y el forestal, en tan sólo cuatro años. Muy probablemente, si alguien consulta los planes de estudio de estas carreras percibirá un tronco común, pero no mayor que el que puedan tener medicina y veterinaria, pero no por ello se propone una única formación médico-veterinaria.

¿En qué queremos ahorrar? Están las escuelas, hay profesores suficientes y cada vez nuestra superficie forestal es mayor. Más de la mitad del territorio español es monte, y de éste, más de la mitad son bosques. Su funcionamiento es complejo, nada que ver con un cultivo. Su gestión requiere plazos largos, varias generaciones y técnicas específicas y complejas, selvícolas, que buscan conservar y proteger el recurso monte y producir, sobre todo producir: producir recursos renovables, producir y diversificar paisajes, producir y generar ambientes naturales, producir y proporcionar protección a ríos y embalses, producir y formar suelos, producir y conservar especies vegetales y animales... No, definitivamente en nada se parece la técnica forestal que cuida y mejora el medio natural con los métodos y técnicas agroalimentarias, que lo transforman.

En un mundo cada vez más especializado, desconcierta que se proponga la desaparición de carreras con larga tradición y un aprendizaje consolidado que, a lo más, requerirían de una formación complementaria a la existente, pero nunca un recorte a lo que ya hay, camino inevitable si se fusionan profesiones tan distintas en una única carrera universitaria. Por eso, ante la inesperada noticia, me ha venido a la cabeza el poema de León Felipe... para enterrar a un muerto cualquiera vale, menos un sepulturero... y me pregunto si alguien pensó que también para gestionar nuestros montes, el mejor legado que podemos dejar a nuestros hijos, cualquiera vale.

Creo sinceramente que alguien del jurado se equivocó. Lo forestal y el medio natural no merecen una mención, creo que sobradamente se han ganado el premi una titulación propia y exclusiva para quien los cuide y gestione, que, además, deberá hacerlo bajo una perspectiva de cambio hacia la naturaleza que todos queremos pero que hemos recibido transformada por el yugo y el arado, de cuando era el dominio de la cabra y la oveja.
 
Inés González Doncel