Sr. Director:
¡Qué vergüenza que Bono se negara ha recibir las firmas de los miles de votantes que defienden a capa y espada el "derecho de vivir" y que con sus firmas están condenando la maldita práctica del aborto, "un genocidio en masa", que va en contra de los más elementales derechos humanos de nuestra sociedad!

 

Es una vil cobardía matar a un inocente que no ha hecho mal alguno y  carece de armas para defender el derecho divino de la vida, que estos asquerosos políticos sin conciencia diariamente se lo están negando.

Si el Rey Don Juan Carlos pone su firma para apoyar la práctica del aborto debería de abdicar o ser destituido de inmediato. La matanza de estos inocentes son los mayores crímenes que hoy en día se se están cometiendo, todos estos influidos por ambiciosos políticos que quieren acabar de una vez y para siempre con la decencia cristiana, y la dignidad humana.

He leído en la prensa que el Rey se reunirá próximamente con el abortero Obama. Dialogar con un abortero como Mr. Obama es como pactar con el diablo. Dime con quién andas y te diré quién eres

En mi país solamente existe una persona a la que admiro por su incansable labor de proteger el derecho de vivir y a nuestra religión católica. Esta persona se llama Ignacio Arsuaga, y a través de su  voz periodística y su incansable esfuerzo  está haciendo una labor más grande que todos los políticos juntos de mi país.  Con su periódico el derecho de Vivir y su organización Hazte Oir están logrando hoy en día más frutos que todo el grupo del inepto Partido Popular de Mariano Rajoy.

En el Estado de Colorado en Estados Unidos, recientemente se han recogido miles de firmas de votantes para que se incluya en las elecciones del próximo mes de Noviembre, la abolición del aborto así como que estas prácticas tan asquerosas y repugnantes del aborto sean declaradas ilegales en este Estado. Si en mi país todos nos uniéramos para protestar y defender el derecho de la vida, los políticos que hoy gobiernan mi querida patria hoy no tendrían voz en este dilema tan escabroso y tan repugnante como es el aborto. 

Concepción M. Losada