Sr. Director:

¡Está bien la última decisión de Doña Cándida Martínez, nuestra Consejera de Educación en la Junta de Andalucía!  Parece que se ha empeñado en que cada vez haya más peluqueros y más mecánicas en este país, a golpe de talonario. Realmente, es algo que me fascina siempre es más agradable que los masajitos en la cabeza que te dan en la peluquería el día que vas a cortarte el pelo te los dé un estupendo maromo, que la peluquera de toda la vida. Hasta ahí, yo estoy encantada.  Claro, en el tema de la mujer mecánico no me meto porque es un sector profesional que no domino. 

Ahora, lo que ya no me parece de recibo es que con las necesidades que tiene la educación en España, y no digamos ya en Andalucía, nuestra consejera se dedique a regalar 200 euros al primero que se matricule en aquellos módulos de FP que tradicionalmente han sido sexistas y no han sido potenciados para individuos del sexo opuesto al que iban dirigidos. 

No es que no se haya fomentado que haya hombres esteticistas o mujeres mecánicas, pero la naturaleza es bastante sabia y, en cierta medida, sexista.  El caso de mi marido no es significativo ya que ya ha pasado por las garras de esta sociedad antigua y discriminadora y él se comporta como un varón absolutamente normal. 

El caso curioso es el de mis hijos, tengo tres varones, sólo quieren jugar con camiones, coches y trenes; no les piden a los Reyes la Barbie que a mí nunca me pusieron los Mayos de Oriente porque a mi padre le sigue pareciendo una muñeca aberrante, por mucho que yo les insista en que ya no vivimos en aquellos años en los que, si eras niña, muñeca y si eras niño, pelota o tren.

Vamos, que los tiempos han cambiado y mucho, pero los niños, no y por mucho que nuestra consejera vaya repartiendo por ahí 200 euros al que se apunte a la moda no sexista, la naturaleza no va a seguirle el juego.

Todo esto me lleva a hacerme la siguiente pregunta ¿porqué no nos gastamos el dinero en cuestiones útiles y dejamos que cada uno libremente acceda a lo que quiera sin coacciones, ridículas, pero coacciones, al fin y al cabo?

Blanca Merck Navarro

merck@uhu.es