Sr. Director:
En los años ochenta, Luigi Giussani habló mucho, y ciertamente bien, del "confinamiento policial" -les suena lo de Bélgica, qué horror- de la fe, que se sintetizaba en la frase: "La religión a la sacristía, a las tumbas, para que venga después la profanación".

La política, o mejor escrito, la política con minúscula, la política laicista, inspirada en una ilustración de mandil relativista, sea del color que sea, no ha hecho más que pretender que la Iglesia se reduzca a la mínima expresión de lo que ella determinaba era políticamente correcto. Como mucho, una ONG.

José Morales Martín