Sr. Director:
En la octava del Corpus (11 de junio) se celebró la fiesta del Corazón de Jesús, que se apareció en Valladolid, en 1733, al Beato Bernardo de Hoyos, recientemente beatificado.

 

La doctrina del Corazón de Jesús está anclada en las Sagradas Escrituras; pero el culto al Sagrado Corazón comienza en la Edad Media tras las apariciones del Señor a Santa Gertrudis la Grande (1280). Más tarde, se apareció en Francia a Santa Margarita María de Alacoque (s. XVII) y se propagó la devoción de los Nueve Primeros Viernes.

En el siglo XVIII, tras aparecerse en Valladolid, el culto al Sagrado Corazón se extendió a toda España y a América. En el siglo XX se apareció  a Santa Faustina Kowalska, canonizada por Juan Pablo II.  

A Ella le dijo Jesús: Mi Corazón es la Fuente de la Misericordia sin límites, quien no quiera pasar por la puerta de la Misericordia tendrá que pasar por la puerta de la Justicia, y le pidió que en la Octava de Pascua se celebrase la Fiesta de la Misericordia.

Me llama la atención la aparición del Sagrado Corazón en el siglo de las luces, cuando se ensalzaba  la  razón, sin fijarse en que un hombre sin sentimientos es incapaz de aceptarse ni de querer a los demás. Por eso, la devoción al Corazón de Jesús es importante también desde el punto de vista psicológico, pues desde la mirada del Corazón de Cristo el del hombre se ablanda y puede surgir  la autoestima y la estima a los demás.

Nadie podrá decir, sin equivocación, que  no tiene quien le quiera, pues Jesús tiene un Corazón amantísimo que no excluye a nadie: en él podemos encontrar misericordia, alivio y descanso; eso sí, para encontrar misericordia debemos practicarla de alguna manera.

Josefa R. Garlito