El País se desliga de Zapatero tras el atentado de Barajas y Pedro José llama a realizar la operación Sarkozy, o Gobierno de salvación nacional, ante la presunta descomposición de España. La idea de la Operación Gallardón consiste en forjar un partido de centro con líderes sociales partidarios de pararles los pies a los nacionalistas. El banquero FG dispuesto a financiar la operación, mientras Botín se lo piensa. Es la operación que temen tanto Zapatero, que pide ayuda a la Sexta y a RTVE, como Rajoy, que intenta atraerse a José Manuel Lara. El ex ministro Bono es el gran impulsor del proyecto. Por de pronto, tanto el Mundo como El País acallan cualquier crítica sobre la faraónica y desastrosa gestión municipal del alcalde de Madrid.

El candidato a la Presidencia de la República proclamó el pasado domingo que cuando se trata de Francia ya no existe ningún bando. Zapatero y Rajoy están a tiempo de pedir y leer la intervención de Sarkozy y tratar de aprender la lección. Son palabras del artículo o prédica dominical, del incansable Pedro J. Ramírez, director del diario El Mundo, publicado el domingo 21 por el mismo personaje que, meses atrás, se ofreciera, durante una cena celebrada en Londres, en casa del ex presidente de Telefónica, Juan Villalonga, a encabezar un cambio de Régimen sí, han escuchado ustedes bien-, y convertirse en presidente de la III República española. Por España, hasta la inmolación.

Lo del pasado domingo no es exactamente eso. Ahora se trata de otra cosa. Ante la crispación política permanente, y tras las numerosas llamadas al orden a Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, que no se comportan como estadistas, Pedro José ha decidido que lo que se impone es un partido de centro, un Gobierno de salvación nacional (lo segundo no es más que la idea-fuerza para conseguir el triunfo del primero) que saque a España de su actual, y también presunta, parálisis. En cualquier caso, tanto un partido de centro como un Gobierno de concentración deberían tener a un mismo nombre al frente: el del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón (nombre real: Alberto Ruiz Jiménez).

Las condiciones actuales son óptimas, dado que, por un lado, El País de Jesús Polanco, marca distancias con Rodríguez Zapatero, a quien siempre ha despreciado, entre otras cosas, porque ha introducido en el mapa televisivo español, a sus amigos de La Sexta. Ese distanciamiento es especialmente claro tras el atentado de Barajas, aunque había comenzado antes. Había comenzado con la concesión de una nuevo canal ideológico, por parte de ZP, a su amigo José Miguel Contreras y al amigo del socialismo catalán, Jaume Roures (con dinero de Televisa, dicho sea de paso, porque los nuevos negocios hay que hacerlos sin dinero, que si uno pone los cuartos puede perderlos), todo ello bajo la batuta del verdadero asesor de imagen de ZP: el ex secretario de Estado de Comunicación, Miguel Barroso, hoy en la mamandurria de la Casa de América.

En cualquier caso, convertir a Gallardón en el nuevo líder que ponga orden en una España ingobernable, que saque al Partido Popular de la caverna y devuelva al PSOE el sentido común perdido con ZP y sus ensoñaciones. La verdad es que la comparación con Nicolás Sarkozy viene cogida por los pelos, dado que nada tiene que ver con el caso Español. Sarkozy está donde está porque ha sabido mantenerse firme en una serie de principios que, buenos o malos, resultan imprescindibles para un buen número de franceses. El patriótico grito de España por encima de todo, no resultaría tan eficaz en la piel de toro como al otro lado de los Pirineos funciona la evocación de la Francia eterna.

José Bono, el gran amigo de Gallardón, completa con el alcalde de Madrid la diarquía del nuevo centrismo que traería, ¡ay!, la cordura a la vida política española. Bono ha sido el encargado de contactar con diferentes líderes sociales, de reconocido prestigio ciudadano en España para atraerlos al nuevo centro, Dos ejemplos: la eurodiputada socialista Rosa Díez o la concejal, asimismo socialista, Gotzone Mora.

Y lo que es igualmente importante: el presidente del BBVA, Francisco González (FG), estaría dispuesto a financiar la operación y a dar respaldo sociológico al asunto. De paso, si la Operación Gallardón sale adelante, FG conseguiría seguir al frente del BBVA. Emilio Botín se lo piensa más. No le gustan las financiaciones políticas, al menos aquéllas en las que entrar puede resultar caro, pero salir puede resultar suicida. En cualquier caso, Pedro J. Ramírez ha tenido tiempo de presionar a su amiga Ana Patricia Botín, quien le invitó a pasar el fin de año esquiando, lo que muestra la insondable perversidad de la banquera, dado que Pedro J. no sabe esquiar.

De todas formas, y a pesar de lo que han corrido por Madrid las pruebas en contra, ni Prisa Sogecable ni El Mundo y sus acólitos por ejemplo, la COPE, siempre detrás de Pedro José) han hecho públicas las informaciones que ligan la alcalde de Madrid con la abogada Montserrat Corulla -trama de Marbella, Operación Malaya, una omisión que resulta extraordinariamente significativa. De la misma forma, tanto Prisa como El Mundo han silenciado la faraónica, y ruinosa, gestión del alcalde en la capital de España, a cuyo ayuntamiento ha endeudado para los próximos 40 años y cuya vida ciudadana ha convertido en un infierno, a golpe de excavadora. Es lógico : estamos hablando del salvador que viene.

Mientras tanto, ZP potencia La Sexta y hace tabla rasa en RTVE, mientras Moncloa calla ante la paulatina conversión de Tele 5 en el reino de la telebasura europea. Ahora necesita de sus amigos mediáticos más que nunca. Mariano Rajoy, que tiene el enemigo en casa, tres cuartos de lo mismo : necesita más que nunca del apoyo de José Manuel Lara y el de Vocento-ABC, aunque es sabido que tanto el editor catalán como el entramado editorial vasco siempre han sido de lo más posibilista: les gusta el político que coincida con sus planteamientos ideológico-contables: es decir, el fiero ideario de la cuenta de resultados.