Sr. Director:
Soy un español católico. Me considero católico antes que español, ciertamente (aunque nací español antes de ser bautizado).

Pero creo que se puede defender que no es moralmente legítima la independencia en un caso concreto y no por eso ser fascista ni idólatra.

Esto no queda claro en su alegato a favor de la postura de monseñor Novell, obispo de Solsona.

A mi juicio sería inmoral una postura independentista que pretendiera sacar adelante la independencia de un territorio a base de falsear o fabular la historia, a base de amenazar con males a quien no piensa como él en esta materia, o a base de escamotear derechos civiles o imponer sanciones a quienes legítimamente deseen usar la lengua de un territorio que está integrado en una unidad política reconocida en el mundo entero y que existe desde hace siglos.

En nuestra España se da profusamente el atropello, cuando no el asesinato y la extorsión como argumento para defender el independentismo de ciertos territorios históricos.

Como mínimo en el contexto en el que habla el señor obispo habría mucho, mucho que matizar.

Pero es que, además, me temo también mucho, que la idolatría patriotera se da abundantemente en los nacionalismos a los que Vd. y yo sabemos que me estoy refiriendo. Mírese el estado de los seminarios y la práctica sacramental en las otrora católicas provincias Vascongadas y en Cataluña.

Finalmente, no es moralmente lícito el fanatismo que obvia sistemáticamente los males que podrían derivarse de una ruptura política e idealiza hasta el paroxismo los bienes, a base de absolutizar una determinada estructura política y de atropellar los derechos de quienes no piensan lo mismo. Y no es lícito porque está convirtiendo la secesión en dios.

Como mínimo, en el contexto en que se producen las declaraciones de monseñor Novell, deberían tenerse estos aspectos muy en cuenta.

Ramón Santillán