Con su estilo "te pongo la mano en el hombro", para que quede bien claro quién es superior y quién subordinado, el presidente de los Estados Unidos se ha mostrado "dispuesto a ayudar" a Europa.

Hay que tener cara. La crisis financiera comenzó en 2007 en Estados Unidos. Bush primero y Obama después, aún más que el primero, solucionó su crisis de especulación financiera con ayudas públicas a bancos, hipotecas y aseguradoras.

Luego la crisis se trasladó a Europa ciertamente porque la deuda soberana era insostenible, por mor de los políticos europeos pero el virus ya se había inoculado al sistema mundial más globalizado: el sistema financiero.

Es más, toda su reactivación se basó en coger la manguera de hacer dinero y regar toda la economía norteamericana. Eso, además del peligro de inflación, que casi se ha duplicado con Obama, suponía drenar liquidez en el mundo y encarecer e cote de la deuda en Europa.

En definitiva, señor Obama, que se va usted a hacer daño al andar: no nos ayude a los europeos, por favor: simplemente no nos fastidie, porque tiene bemoles que el verdugo pretenda ahora ayudar a la víctima.

Vergonzoso, a un tiempo, la comparecencia de Durao Barroso junto a Obama, pidiendo tiempo para poner en marcha medidas correctoras. Van Rompuy fue más claro y más valiente: le recordó al presidente norteamericano que no sólo los europeos tienen deberes por hacer. Y es que, con sus políticas plutocráticas de apoyo a la especulación financiera, el señor Obama casi ha duplicado el paro en Estados Unidos.

Eulogio López

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